Opinión

GINECOLOGÍA ACTUALIZADA

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“El Manifiesto de las 343”

Conocer la historia amplía horizontes. Compartir hechos que han transformado la humanidad, incluyendo vidas de mujeres, invisibles, grandes ausentes de los libros de textos, es tarea fundamental.

En la República Dominicana del 2009, podemos vernos en el espejo de la Francia de 1970. En esa época, en aquel país, cada año un millón de mujeres se sometían a un aborto. Pese a ser una operación sencilla, bajo supervisión médica, eran procedimientos peligrosos por  practicarse de forma clandestina.

Las organizaciones de mujeres de aquel país europeo, influenciadas por Simone de Beauvoir, consiguieron 343 firmas que exigían el derecho a la libre contracepción y al aborto seguro y legal.  “El Manifiesto de las 343”  se publicó el 5 de abril de 1971, en el Nouvel Observateur.  Las mujeres declararon que todas habían abortado. En realidad, la mayoría, incluida Beauvoir, nunca lo hicieron (Silvie Le Bon). 

Entre las firmantes famosas estaban personalidades de la literatura y el cine, como Marguerite Duras, Ugne Karvelis, Nadine Trintignant, Catherine Deneuve, Simone Signoret, Jeanne Moreau y Tina Aumont (hija de nuestra María Montez), y otras del círculo de amistades de Simone de Beauvoir  y Jean-Paul Sartre.

El Manifiesto causó un gran escándalo.  Por primera vez, “aborto”, aquella palabra tabú, se pronunciaba en la radio y televisión francesas.  Los conservadores las llamaron “las 343 putas”.  Las mujeres estaban fascinadas.  Habían puesto la maquinaria en marcha.  De hecho, fue un triunfo.  Esa lucha culmina en 1975 cuando, por fin, se vota la ley sobre interrupción voluntaria de embarazo. Desde 1982, el costo del aborto es reembolsado por la seguridad social y en 1993 una ley vino a apoyar este dispositivo mediante la creación del delito de obstaculización al aborto.

La mujer que quiere abortar, aborta, aunque la ley se lo prohíba. Dependiendo de sus recursos, arriesga en mayor o en menor medida su salud e incluso su vida.  En nuestro país el aborto es penalizado en todas las circunstancias. No obstante, se practican alrededor de 100,000 abortos al año, a partir de estadísticas no del todo seguras.  Penalizar el aborto no salva fetos, mata mujeres, mujeres pobres.  Las cifras inaceptables de mortalidad materna de 159 por cada 100,000 nacidos vivos (Endesa 2007) abarcan, en su totalidad, a mujeres pobres.  Estamos penalizando la pobreza, como si a esta le faltaran sanciones adicionales.  Los abortos no son peligrosos en sí mismos, se tornan así por ser practicados de manera clandestina, como ocurría en Francia hasta los años 70.

Aprendamos de la historia, es más dura y contundente que cualquier poder. Basta darle una mirada al mundo.  ¿En cuántos países está penalizado el aborto en caso de poner en riesgo la vida de la mujer?  Más tarde que temprano, en la República Dominicana se despenalizará el aborto. Sólo entonces, las mujeres podrán decidir sobre su cuerpo, podrán defender su salud y su vida. Mientras eso no ocurra, ¿cuántas niñas y mujeres pobres faltan por morir?. Revertir esa tragedia es un acto de humanidad.

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