¿Qué Pasa?

Glorious… es Cecilia

<P>Glorious… es Cecilia</P>

Cecilia García es una realidad única en el arte nacional. Talentosa, entregada, intensa, exigente y autodisciplinada, la García sabe muy bien que de cada proyecto suyo, la gente espera más que del promedio de lo conocido.

Anoche, cuando al final de Glorious la gente se puso de pié a aplaudir lo mal que cantaba su personaje, Florence Foster, no era exactamente un homenaje a la deficiencia vocal, tremendamente bien representada por una cantante considerada entre las tres más afinadas del país. No. Esos gritos y esos aplausos eran la forma de agradecer el talento de una artista singular, capaz de renovarse a cada tanto de tramo, con proyectos definido por su excepcionalidad, por las características únicas de las mujeres representadas en escenario.

Glorious es una comedia de lujo, escrita por el Peter Quilter, autor traducido a casi 30 idiomas y vencedor con esta y otras piezas, en los más importantes festivales de teatro, y que en algunas de sus temporadas, ha llegado a tener más de 200 representaciones.

Actuaciones

Carlos Espinal se manejó a fondo para adecuar  lo actoral a la altura de   exigencias de un gran montaje.  Tuvo olfato, sensibilidad y versatilidad para dotar el desarrollo de los hechos del movimiento escénico preciso, grácil y logró sacar de sus talentos, el mejor de los resultados.

La gran sorpresa es el desempeño del maestro Dante Cucurullo, quien tiene en esta oportunidad el papel más firme como hilo conductor de la historia y casi como “alter ego” de toda la trama.

El maestro evidencia una capacidad actoral que había apuntado algunos indicios (Callas, por ejemplo), pero nunca  no había tenido una responsabilidad tan compleja como en este caso. Otra sorpresa histriónica es la que aporta  Cristal Jiménez Vincens, con un personaje complejo en su expresividad, poniendo una vitalidad que brilla por si sola en el marco de las interpretaciones. Esa actriz, que presenta cartas credenciales con su personaje de María, evidencia que ha cultivado con férreos criterios de estudios y ensayos, el talento y la gracia que la adornan. Está llamada a ser una figura de peso en el teatro, en cualquier país.

Cuquín Victoria, fresco y exquisito, está aquí mucho mejor que en Los Super y cumple con honor la encomienda del amante oportunista de la diva.

Lilyanna Díaz resulta oportuna, efectiva y una pieza fundamental para dibujar las estructuras mentales de la época, los moldes morales y la hipocresía como carta de intercambio.

Dolly García, metida en su personaje  de Dorothy, nos vuelve a sorprender.

La escenografía no dejó duda alguna de que tenía tras de su solemnes y convincentes planos, a profesionales de la arquitectura que se manejaron a conciencia: Eduardo Lora Bermúdez y Carlos Lora Yunén, dos nombres que habrá que tener en cuenta en lo adelante. Logran un diálogo y una conexión entre la escenografía y el publico. Logran que ésta sea un personaje más.  Punto aparte: dicho en el buen sentido. Leonel Lirio logra elegancia, adecuación a la época, sutiliza desde sus sedas e impacto de sus diseños de calle. Se invirtió con responsabilidad cada centavo que habrá costado este aspecto tan importante. 

El Nacional

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