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Guayubín: Un pueblo de impetuosos ríos que duerme a la vera de mil caminos

Guayubín: Un pueblo de impetuosos ríos que duerme a la vera de mil caminos

Por: Angel Berto Almonte

Guayubín, Montecristi- A juicio del escritor costumbrista Sergio Reyes, este singular poblado es el mismo cuyas veredas y caseríos fueron recorridos en innúmeras ocasiones en el pasado por el apóstol cubano José Martí, en su arduo peregrinar por nuestras tierras, mientras recababa la simpatía y el apoyo material de los dominicanos para con la causa independentista de la Antilla Mayor.

Como fruto imperecedero de esas provechosas andanzas quedó, para la historia, el derroche de emotivas descripciones en los escritos de José Martí y su agradecimiento sincero para con estas tierras, su gente y sus costumbres.

Al referirse al rio Guayubín, el prestigioso escritor egresado de la UASD, dice que en las laderas del Cerro de Los Chávez, ubicado dentro del territorio de la comunidad de El Dajao, en plena Cordillera Central, nace un curso hídrico que comienza como un hilillo cantarín de juguetonas aguas, sigue un curso de sur a norte, abriéndose paso con vigor entre las rocas y arbustos de la tupida vegetación y, a poco, engrosa significativamente su caudal hasta quedar convertido en un formidable torrente de importancia capital para la Línea Noroeste.

Como Guayubín se le conoce, haciendo honor al legado de los originarios pobladores Taínos, quienes bautizaron con esta denominación un Nitainato del cacicazgo de Marien, en la porción noroeste de la isla Quisqueya o Haití, así como al imponente rio que surcaba sus tierras. Su nombre, con el que también se bautizó después una parte de las tierras que baña, ha estado enlazado con el de diversos episodios nacionales que forman parte del patrimonio histórico de la República Dominicana y el acervo cultural de la región.

Por escabrosos desfiladeros abiertos a pico entre las montañas gracias a la descomunal fuerza de la naturaleza y sorteando voluminosos peñascos que dejan espacio libre para ensoñadores charcos con acento de paraíso terrenal, el caudaloso rio se desplaza inicialmente en territorio de los municipios Los Almácigos y Sabaneta, en la provincia Santiago Rodríguez; Luego de recibir el tributo de otras vigorosas corrientes de agua que le sirven de afluentes, se interna en tierras montecristeñas, dispuesto a refrescar la zona y a llenar de vida y bonanza agrícola las candentes llanuras de esta feraz región.

En esta primera etapa de su curso ha caminado de la mano con la gente y las comunidades de Los Almácigos, Arroyo Blanco y Martín García, entre otros poblados ubicados en la vecindad de su sinuoso trayecto, y en la confluencia con Arroyo Blanco, Inaje y Yaguajal, la naturaleza pródiga se desborda en impresionantes balnearios que constituyen las delicias de paisanos y andantes en plan de turismo interno.

Tras haber recorrido casi 80 kilómetros a partir de su nacimiento, en el lugar denominado Mangá, en las cercanías de El Pocito, se verifica la fusión de las aguas de este impresionante rio con las del inmenso Yaque del Norte, otro recurso hídrico de importancia capital para la agricultura y la biodiversidad medio-ambiental dominicana.

A partir de este punto, la responsabilidad de proporcionar vida, frescor y alimentos a la extensa llanura noroestana será misión de entera responsabilidad del hijo mayor de la cordillera, ese que una vez fuese llamado por los antiguos pobladores como rio del oro y que, en el presente, gracias a la canalización adecuada de sus aguas, cumple a cabalidad la enjundiosa tarea de irrigar y hacer parir inmensas extensiones de terreno sembradas de plátanos, bananos, arroz y otros rubros agrícolas, lo que contribuye grandemente con el desarrollo regional y la mejoría en las condiciones de vida de los pobladores.

El poblado de San Lorenzo de Guayubín, que aparenta yacer, taciturno, a la vera de la carretera que atraviesa su área metropolitana, requiere acciones concretas y decididas de parte del Estado y sus instancias ejecutivas, en aras de superar el estado de atraso e inercia en que se encuentra sumido en el presente, inexplicablemente.

En el pasado siglo, esta demarcación estuvo conectada de manera directa con Monte Cristi -el municipio cabecera de la provincia- y con las principales ciudades del Cibao, a través de la Carretera Duarte; sin embargo, durante la tiranía trujillista la vía experimentó un acomodaticio trazado, más al norte, lo que dejó el centro urbano del poblado en una especie de aislamiento del que no ha podido recuperarse.

El Nacional

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