Opinión

Guido  y Orlando

Guido  y Orlando

Con el enfrentamiento Guido-Orlando, el PRD revela un escenario nuevo y promisorio. Marca la pauta para una revolución política local que, desde hace una década, se hacia más que necesaria. Durante ese tiempo, nuestra  práctica política no se ha caracterizado, precisamente,  por ser creativa y novedosa.

Orlando Jorge resultó electo secretario general en un certamen que acaparó la atención de todos los sectores de la nación, lo cual representa un gran triunfo para el PRD. Guido Gómez tuvo la oportunidad de mostrar su liderazgo y poder de convocatoria. Más que detenerme en los resultados de la contienda interna recién celebrada,  prefiero ocuparme de la significación histórica del evento.

Dos jóvenes talentosos y valiosos, cada uno a su manera y estilo, salieron a competir en un escenario que les era ajeno  hace un mar de años, frente a un público entusiasmado y contento de la ocasión. Aplaudiendo o rechazando a dos nuevos actores políticos. Nuevos en primera plano del debate y de la discusión.

De manera que la corona es por partida doble, tanto en la amplia participación lograda como en el exitoso performance  alcanzado por ambos dirigentes. La otra, al dar la clarinada y ceder espacio a nuevos talentos, entre ellos, Geanilda Vásquez, electa secretaria de organización del PRD, y Tony Peña, su más cercano competidor. Han trazado sus alcances   y el espacio que les reserva la historia y la  nación por su valiosa participación.

  Este primer plano les reclama una nueva visión. Fuera del cascarón, para decirlo de alguna forma, les esperan, tanto Orlando Jorge como Guido Gómez,  nuevos contendores, dentro y fuera de su partido. Igual, halagos y malas artes antes ignoradas por ellos hasta ahora.

Sus méritos son relevantes en tanto se encaminan a un estadio privilegiado. Pero esto los compromete a asumir los mejores valores como políticos de esta generación.

Guido crecerá y reafirmará el respeto y la simpatía de toda la sociedad si reconoce el triunfo de Orlando Jorge, en tanto que éste justificará más aún su triunfo actuando con humildad, tendiendo un ramo de oliva a su principal competidor. Toda grandeza es compasiva, generosa  y comprensiva.

La nación espera que se den un abrazo fraternal, sellando el triunfo de la generación que representan.

El Nacional

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