Opinión

Haití y zona boscosa

Haití y zona boscosa

Varios reportajes publicados por este diario, bajo la firma del periodista Ruddy Germán Pérez, muestran con crudeza la alarmante situación que existe en la frontera con Haití, causada por la inmigración ilegal de los vecinos de ese país, y lo peor es, que no aparece nadie que le ponga el cascabel al gato.

Los daños irreversibles que provocan los haitianos ilegales al bosque dominicano no tienen parangón en los anales de la historia republicana. El noventa por ciento de los hogares de Haití usa carbón vegetal, lo que provoca la tala indiscriminada de árboles.

El medioambiente de nuestros pueblos fronterizos es seriamente afectado por la depredación de los bosques, por las acciones desaprensivas e irracionales de quienes cruzan ilegalmente la línea divisoria entre ambos países. Urge la necesidad de poner fin a la gravedad de este panorama.

La capa vegetal de Haití apenas llega a un dos por ciento, pues sus propios habitantes han creado una horrible desolación, originando que no existan árboles que permitan tan siquiera, cobijar en su sombra, a una persona que sufra los embates del candente sol.

Mientras los diversos gobiernos dominicanos ejecutan programas de reforestación, sembrando árboles en toda la geografía nacional, extranjeros inescrupulosos se dedican a socavar el suelo criollo, lo que origina la eliminación de la vegetación y una baja en la productividad.

La República Dominicana es un país lleno de calamidades, y necesita reducir los niveles de pobreza, por lo que no está en condiciones de asumir los gastos de otra nación que ha colapsado por culpa de sus dirigentes. La comunidad internacional debe seguir prestando ayuda a los haitianos, para que se detengan en su afán de lesionar los intereses nuestros.

No es posible que el Estado invierta el veinte por ciento de su presupuesto de salud pública para atender las enfermedades de los hermanos haitianos. Tampoco es posible que la nación tenga que gastar RD$762,107,986.67 en la educación de los inmigrantes indocumentados.

El Nacional

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