Opinión

Hay que estar preparados

Hay que estar preparados

Estamos a menos de tres semanas de que se inicie la temporada ciclónica, que comienza el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, sin que todavía se haya dicho qué se está haciendo como prevención, para evitar pérdidas mayores de vidas, daños a la agricultura y a las propiedades públicas y privadas.

El comentario es a propósito de la vulnerabilidad de nuestro país frente a los fenómenos naturales, que en el pasado han causado miles de muertos y daños a todo tipo de infraestructura, principalmente en toda la costa sur y suroeste. Ha ocurrido también que, en su trayectoria, los huracanes y ciclones, con su secuela de lluvias torrenciales, han virtualmente desmembrado gran parte de la economía de Haití, lo que agravaría su situación y eventualmente daría paso a una nueva y creciente migración de afectados hacia la República Dominicana.

Es cierto que en muchas ocasiones las predicciones fallan, no por culpa de los meteorólogos, sino por el inusual desvío de los ciclones o tormentas. Sin embargo, quedan los torrenciales aguaceros, que de alguna manera nos afectan.

Uno se pregunta si los organismos de socorro están lo suficientemente preparados para enfrentar emergencias de envergadura, no sólo ciclones, sino por ejemplo inundaciones y terremotos fuera de lo común. Creemos que no, porque faltan equipos y más personal humano con conocimientos para bregar con ese tipo de eventos. Ni siquiera tenemos perros entrenados para buscar heridos o cadáveres, aunque estamos conscientes de que al parecer eso no le interesa a ningún gobierno. Eso no quiere decir que el gobierno no haga otras cosas relacionadas.

Uno de los problemas que existen para prepararnos como se debe es la debilidad financiera de nuestras instituciones. Ejemplo de ello son los Cuerpos de Bomberos, la Defensa Civil, la Cruz Roja y otros organismos de servicio.

Maplecroft, una empresa de análisis de riesgo del Reino Unido, elaboró el Atlas de Exposición Económica a Riesgos Naturales, en el que la República Dominicana figura entre los diez primeros países afectados por debilidades financieras para enfrentar fenómenos naturales.

Estamos en una prematura campaña electoral, donde solo se habla de candidatos y sus promesas, pero nadie se refiere a la posibilidad de que en la temporada ciclónica no sucedan los desastres que han ocurrido en otras ocasiones, como por ejemplo el ciclón de san Zenón (1930) Flora (1963) Cleo (1964) Inés (1967) y David (1979) para no citar otros de menor intensidad, también dañinos.

Ojalá el actual gobierno tome las medidas para estar preparados. Si no se producen esos fenómenos, el país se ahorraría gastos enormes en las reconstrucciones.

El Nacional

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