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Hazte burócrata y échate a dormir

Hazte burócrata y échate a dormir

La caída de las monarquías europeas,  el ascenso de la Revolución francesa, la revolución de la burguesía, la llegada de la Era Industrial  no  inmutaron el carácter de ese temperamento, de esa ironía de la naturaleza llamada la burocracia.

Como los eunucos de los reinos moribundos y las asociaciones de autobombos, las burocracias se parecen a sí mismas en todas partes. 

Se han desdoblado, esos reinos,  verdaderos ramales de una deshumanización más sublimada, en esa especie misteriosa y callada, la burocracia, que mantiene cuotas de poder no derrotadas por ningún alarido o por el aleteo desesperado de los ciudadanos infortunados.

Como en los desiertos donde nada es seguro hay vividores colaterales que se aprovechan de la legendaria lentitud de los burócratas. También, en plan de buitres hambrientos, quieren lo suyo.

Y hay una subespecie camaleónica que se creía extinguida,  y que orbita en los alrededores, el Buscón Solitario.

Emerge de la selva humana que garatea por ser atendida y mantiene su frescura expansiva allí donde hay gente con dificultades operativas, con prisa inmediata  o en condiciones de sugestión y espíritu de rechazo.

El drama se inicia del siguiente modo (tomado de hechos reales):

-Buenos días, señores (llegada de la víctima a las 06:30 de la mañana a uno de esos Altares de Sacrificio para procurar un documento del interés personal del desgraciado).

Ya hay unas cuantas personas  en los alrededores en turno, aunque no hay fila ni número ordenatorio. Tampoco suele haber nadie que oriente sobre lo que pasará allá dentro.

 El  monarca, llamado  el     ”licenciado”,  titular del matadero de paciencias, arribará, si hay suerte, a las 009:00, de la mañana, es decir dos horas y media después.

Difícilmente pueda alguien verlo. Entrará por una puerta secreta e inmediatamente le dará órdenes  a un guardia ultradelgado que está en la puerta principal  para que atajar a los condenados y para repetir hasta el cansancio que el titular del Reino se encuentra en una reunión que no tiene término.

 Nadie que él no consienta puede verlo. El  drama de las visitas del disminuido contribuyente del erario, se repite durante la semana entera y no hay forma de ver al licenciado, si es el caso, no para búsqueda de privilegios sino para claros fines operativos.

Depositas una copia de acta de nacimiento (de la que hay una muy buena en la oficina desde hace años. Pero no: es esa que quieren, la que ahora vale 800 veces más que la primera), y te piden que vuelvas en veinte días a procurar la solicitada  para fines de certificación y cambio de libreta de pasaporte, previo pago de más de mil 200 pesos (y sólo tiene vigencia por un mes  por si es  vas a querer otra pronto, lo cual comprenderá un pago similar, es decir de otros mil 200 pesos, más los gastos a un tributario para que se contente y te ayude.

Si es que no quieres pasar tanta crujía y eres demasiado confiado, el señor Buscón te hará las diligencias allá, dentro de ese Reino del Olvido, donde dice tener gente suya, por la modesta suma de 200 pesos.

Te asombras de que un papel  cualquiera que  la Oficina  tiene en su poder se tome tanto tiempo para llenarlo con tus datos, operación que se realiza en minutos. Pero no eres más que un simple mortal ¿y para qué gritar más si ya lo hiciste cuando te sacaron  de la fila a las 8:30 de la mañana dizque porque te colaste y eres una especie de forastero ante el guardia flaquísimo que te exige que vuelvas y la haga?

Te largas enojado porque no te atenderán de ninguna manera y tendrás que volver a la relegada fila temprano en la mañana a escuchar los mismos alaridos y lamentos de otros contribuyentes victimados por el reino de la Burocracia.

Al vigésimo día de viajes inútiles mandas a un amigo a que colabore en amansar algunas fieras que cuidan celosamente el Castillo porque tras casi tres semanas no hay documento alguno y te enteras de que hay un déficit de personal en la llamada Oficialía y por tanto no hay avance para nada.

El Nacional

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