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Heroínas olvidadas de la Patria

Heroínas olvidadas de la Patria

De nuestro amada República Dominicana de siempre, todos los días y eternamente, decía el egregio internacionalista Manuel Arturo Peña Batlle que es insólito, concepto que repetía a diario a sus contertulios.

El pueblo dominicano y los gobiernos del PLD han reconocido y homenajeado en su justa dimensión a los héroes de las expediciones libertadoras del 14 y 19 de junio de 1959 que consiguieron impactar en las conciencias ciudadanas y producir un giro conceptual de 180 grados que pulverizó el mito de grandilocuencia que generó la propaganda de la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo en relación a inexistentes virtudes, erigiendo un ángel en el Centro de los Héroes a su memoria imperecedera y a su gesto noble..

E n esa proporción de exaltación se ha procedido en relación a las hermanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, las heroínas mártires en el final de la llamada Era de Trujillo, honrando su sacrificio acuñando los billetes de RD$200 y cambiando el nombre del prócer Francisco Antonio Salcedo (Tito),héroe de la batalla de Beller, a la provincia Salcedo por Hermanas Mirabal, que no debió ser, inclusive la avenida principal de Santiago de los Caballeros, que ha debido llamarse Pedri Manuel Hungría Alvarez, que la confeccionó siendo síndico y sembró los flamboyanes y robles que cobijan su alameda frondosa y construyó los canalitos para su reguío.

El PLD lleva cuatro períodos de gobiernos consecutivos y no ha dispuesto honrar a varias figuras proceras, comenzando por designar la avenida John F. Kennedy y con su nombre y su provincia natal, La Vega al presidente Juan Bosch, que los peledeístas alegan es su faro inspirador, que no imitan en su acrisolada honestidad.

La calle El Conde se llama así en recordación del gobernador de La Española, Bernardino de Meneses Bracamonte y Zapata, Conde de Peñalba, que enfrentó el intento de Oliverio Cromwell apoderarse de la isla enviando una expedición armada que jefearon Robert Vennables y William Penn, que no significa absolutamente nada para la formación de la patria dominicana.

La calle El Conde debiera llamarse Josefa Pérez de la Paz, doña Chepita, porque en la residencia de esa figura histórica menospreciada, en la calle arzobispo Nouel, frente a la iglesia del Carmen fue que nació la patria dominicana, debido a que allí fue que sesionaron los independentitas liderados por el Patricio Supremo de la nacionalidad dominicana y único Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte Díez, donde se fundó La Trinitaria.

La avenida Lincoln debiera llamarse Manuela Díez, progenitora higueyana casi desconocida del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte Díez,
La calle Palo Hincado debe llamarse Baltasara de los Reyes, una de las contadas mujeres que estuvo presente en el Baluarte del Conde la noche de proclamarse el alba de la patria, y progenitora de Juan Alejandro Acosta, fundador del arma del mar dominicana.

La calle Palo Hincado, que discurre frente al Baluarte de El Conde, debe llamarse Petronila Abreu, dama de enfurecido valor que proveyó pólvora y municiones a los patriotas la noche heroica en que nació la patria en el baluarte de El Conde, porque Palo Hincado, batalla que libró Juan Sánchez Ramírez en 1808 para liquidar el dominio de Francia en la parte Este de La Española y reincorporarla a España, no significó nada para crear la patria, ni la provincia Sánchez Ramírez, tampoco.

No hay una calle que se llame Petronila Gaú, la Juana de Arco dominicana que acompañó con un furor divino al general Juan Luis Franco Bidó en la batalla de Sabana Larga, al grito ronco de “¡Vamos, muchachos, terminemos con los invasores!”
Una calle debe llamarse María Nicolaza Billini, educadora que fundó y dirigió en 1867 el Colegio de Niñas El Dominicano, revolucionando la educación de ese tiempo
La avenida Sarasota debe llamarse coronel Rafael Fernández Domínguez porque fue la bujía inspiradora para el retorno del presidente Juan Bosch al poder, y la avenida Winston Churchill 14 de Junio porque fue el despertar contra la dictadura de Rafael Leondas Trujillo.

Ninguna de estas figuras epónimas ha procedido gobernante alguno en rescatar de la modorra pecaminosa y censurable del olvido, la apatía y la ausencia de equidad y 0patriotismo.

Por esas inconsecuencia es que Peña Batlle aludía que somos un país insólito, Félix María del Monte, una de las lumbreras de la Primera República, musitaba que somos el país de la viceversas, y Cuquín Victoria, egregio príncipe del buen humor decente, reitera que somos un país especial.  Cuadris en blanco de Manuela Diez, Petronila Gaú y Baltasara de los Reyes.

El Nacional

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