Opinión

Hipoglucemia y carreteras

Hipoglucemia y carreteras

Leyendo la crónica de una noticia aparecida recientemente en el diario “Página 12” de Buenos Aires, Argentina, sobre un taxista que provocó un accidente al chocar una motocicleta con 2 jóvenes, luego embistió dos taxis y finalmente una guagua del transporte colectivo, y donde el conductor declaró a las autoridades “que no recuerda nada de lo sucedido por una hipoglucemia”, llegó a mi memoria el accidente de un taxista dominicano que, subiendo por la avenida Máximo Gomez, se desvió hacia la marquesina de la residencia del doctor Joaquín Balaguer y penetro libremente, aun con la fuerte vigilancia rutinaria militar de ese entonces, afortunadamente sin que nadie resultara con lesiones.

En el caso dominicano, las investigaciones  determinaron que se trató de un chofer “diabético” que había tenido un “bajón de azúcar” (hipoglucemia) con pérdida del conocimiento en tiempo y espacio, producto de la insulina inyectada y el déficit de alimentación. En el caso reciente del argentino Rubén Darío Botta, provocó la muerte lamentable de la joven Leonela Noble, de 22 años, y dejó 5 personas heridas, además de que el imputado fue hospitalizado.

 La hipoglucemia del diabético es muy frecuente en los que utilizan para su control metabólico inyecciones diarias de insulina. También se presenta, aunque en menor proporción, en los que utilizan ciertos tipos de pastillas, motivo por el cual, en muchos países para garantizar la seguridad vial, al momento de un diabético obtener su licencia de conducir, necesita un certificado de su médico especialista, donde debe consignarse el tiempo de la enfermedad, el tipo de tratamiento que recibe el paciente, el nivel de conocimiento y educación sobre la enfermedad y si existen complicaciones secundarias, sobre todo la que se produce en la vista llamada “retinopatía”, que reduce la calidad visual.

Una hipoglucemia se considera como “emergencia aguda” en el diabético, de fácil manejo y rápida recuperación, solo hay que suministrar alguna bebida o alimento azucarado (caramelo, menta, agua de azúcar, jugos…) y, en el caso especifico de los choferes, y como en toda sociedad moderna, los resultados de estas experiencias invitan a las  sociedades médicas especializadas -armonizando con las autoridades de tránsito-, a orientarlas mediante la elaboración consensuada de protocolos y recomendaciones a seguir para garantizar no solo la seguridad vial sino también la prevención de los los conflictos médico-legales que surgen en este tipo de situaciones.

El Nacional

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