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Historia de la migración haitiana

Historia  de la migración haitiana

UBI RIVAS

 

Pastor Vásquez Frías desglosa en su libro ¡Exodo!, 464 páginas, Editorial Santuario, 2013, el drama cada vez más áspero e incomprendido de las filosas relaciones entre Haití-RD, que comparten de manera inexorable la antigua isla Hispaniola, en 193 años de graves discordias, sangrientas a veces, invasivas e inconclusas desde 1951.

Conocí a Pastor Vásquez Frías a principios de la década de los años 90 del siglo XX cuando el director del periódico de Hoy, mi fraterno e inolvidable Mario Alvarez Dugan (Cuchito), lo incorporó al equipo de redactores escribiendo la columna Tierra Alta, en que describía el bucolismo del batey Ceiba 12 del Distrito Nacional, donde nació el 30 de marzo de 1967, hijo de haitianos, admirando su talento y tempranas aptitudes de escritor. Desde 1996 es diplomático en la embajada dominicana en Puerto Príncipe.

Será embajador en un futuro cercano. Conoce bien a los dos países, sus relaciones, protagonistas y, además, es un consumado equilibrista, capaz de cruzar rápido un berenjenal sin pisar una.

En su importante obra de innegable consulta, de once capítulos, Pastor Vásquez Frías no disimula ni un instante su marcada inclinación por todo cuanto favorece a Haití en su estrategia pausada, porque de otra manera no puede, pero firme, de penetrar a sus nacionales en proporciones cada vez mayores, en territorio dominicano.

Así, Pastor Vásquez Frías interpreta que los nacionales haitianos residentes en RD no solamente tienen que ser reconocidos como ciudadanos dominicanos, sino sus hijos, cuando en los dos casos, procede a su país de origen registrar y documentar, y no lo hace, estrategia cumbre y perversa de dominación que sustituye al otrora expediente armado, fallido en 29 encuentros de todos los calibres entre 1844-1856, en que Haití insistió en prolongar su dominio insular iniciado en 1822, interpretando el protocolo del Tratado de Basilea del 22 de julio de 1795 en esa ciudad de Suiza, entre España y Francia, mediante el que Madrid entregaba a París la parte Este de La Hispaniola.

Basilea es la referencia consagratoria del derecho que desde entonces ha asumido Haití de integrar La Hispaniola en un solo gobierno desde Puerto Príncipe, intento que inició Tousaint L Overture, de esclavo auriga a brillante estratega, cuando invadió la parte Este el 26 de enero de 1801, con el confesable propósito de unificar la isla, conforme cita Frank Moya Pons en su Manuel de Historia Dominicana, página 173, referido por Pastor Vásquez Frías en su obra, página 37, y que despertó en París el temor del surgimiento de un líder que amenazaría su poder en Saint Domingue, preso por orden del emperador Napoleón, llevado a Francia y dejado morir de frío y hambre en el castillo de Joux el 7 de abril de 1803.

El tema central de Pastor Vásquez Frías en su obra no tiene el propósito fundamental de reseñar la historia de Haití ni sus bárbaras guerras contra Napoleón y la balbuciente RD, sino cuestionar la decisión de iniciar un proceso de dominicanización, enfrentando la creciente demografía haitiana contenida en las históricas como patriótica leyes 284-05 y 168-13, que marcan un indeleble e indetenible proceso para regularizar la presencia de extranjeros ilegales en territorio dominicano, el 98% haitianos, proceso elaborado por el Tribunal Constitucional que preside el magistrado Milton Ray Guevara, y que el presidente Danilo Medina intentó corregir con la complaciente y mostrenca ley 169-14 que concede regularizar estatus a haitianos nacidos en el país, de padres haitianos, no registrados en Haití, una de las estrategias perversas del vecino país a quien inclusive el presidente Medina y políticos de frágil patriotismo como él, se atreven a llamar “hermanos” a los haitianos, cuando lo que somos es vecinos por coyunturas geográficas, porque hermano no podría llamarse quien pretende dañar a su hermano.

El 29 de noviembre de 2013 el presidente Medina promulgó el decreto 327-13 que prohibía repatriar a nacionales ilegales residentes en el país, otra genuflexión ante el chantaje internacional.

Pastor Vásquez Frías debió reseñar en su obra, espero que en una próxima edición, las 29 batallas, pleitos y escaramuzas que los patriotas dominicanos libraron contra el dominio haitiano (1822-1844) producidas entre 1844-1856, descritas por el suscrito en el diario La Información del 26 de septiembre de 2014.

Es el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo quien inicia el tráfico de braceros haitianos para los ingenios suyos cuando debutó a la industria azucarera en 1950, firmando un acuerdo para jornaleros haitianos con su colega Paúl Magloire, en la iglesia de Elías Piña, el 19 de febrero de 1951, y en el que Trujillo muestra en su cintura la canana de un revólver, su arma preferida, portando dos el día en que cae ajusticiado el 30 de mayo de 1961, para que Magloire percibiera la desconfianza del generalísimo al gobernante haitiano y signo de su poder, cita Pastor Vásquez Frías, registrado por historiadores antes.

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