Semana

HOMBRE

HOMBRE

Literatura, gesto y ritualidad

 

Nacemos de un rito, porque somos el producto de un acto de amor que a su vez es ritual. Esto es, que a lo largo de la vida, casi en todas las actividades del hombre aparece el fantasma de lo ritual. Desde las primeras manifestaciones de las cavernas la ritualidad es un fenómeno cultual que acompaña el quehacer de los humanos. Sin embargo, no sólo del rito vive el hombre, los animales tienen también su propia ritualidad: El perro y el mono son los más rituales.
En las manifestaciones artísticas, la ritualidad tiene una presencia subyugante. Aparece en la forma de abordamiento de los artistas a la hora de realizar sus obras y aparece como tema y contenido. Encontramos ritos en la pintura, encontramos ritos en los artistas plásticos, en los músicos, en los artesanos, en el teatro, en los literatos. En ocasiones, la ritualidad está acompañada de alcohol, droga, tabaco o de otras sustancias que lo adornan.
La literatura está llena de grandes fumadores y en cuyas vidas el cigarrillo tuvo consecuencias fatales. Cortázar fue un gran fumador y se dice que murió afectado de la garganta. El peruano Julio Ramón Ribeyro escribió: “Sólo para fumadores”, un cuento en el que describe de manera estética el arte de fumar. En la literatura dominicana Pedro Peix fue un gran fumador y hacía gala de su estilo. Pienso también en la novela “La conciencia de zeno”, del italiano Italo Svevo, donde todo trasncurre desde la perspectiva del fumar.
Lo cierto es que el rito está presente en la vida cotidiana del hombre. Hacer el amor, la forma de enamorarse, la práctica religiosa, las manifestaciones paganas como las fiestas de San Miguel, el carnaval, el gagá y el vudú. Masturbarse es un rito porque necesariamente hay que hacer evocasiones.
Comer es el acto ritual por excelencia. Una cena acompañada de vinos, velas, decoraciones, música, olores y sabores constituye sin duda un acto ritual, por ejemplo la cena de Navidad. Las ceremonias religiosas de la Iglesia Católica son completamente rituales, así también la forma de oración de los musulmanes frente a la mezquita. En todas las épocas el arte tiene sus ritos particulares.
En el arte dominicano veo ritualidad en Iván Tobar y Dionisio Blanco. Así sea en los merengues de Cuco Valoy o en la bachata. Por ejemplo cuando Juan Luís Guerra dice: “Quisiera ser un pez/para rozar con mi nariz/en tu pecera y hacer burbujas de amor/ por donde quieras”, indiscutiblemente que está hablando de un acto ritual. Todas estas manifestaciones de la cultura expresan formas variadas de la vida ritual. Sólo que el plato se sirve de acuerdo a los sentimientos e inquietudes de cada pueblo.
En la vida de los escritores el rito tiene una presencia especial. Antes de sentarse en la máquina, los escritores hacen gala de cuantas ocurrencias aligeran el cerebro. Por ejemplo, el escritor japonés Jaruki Murakami sale a caminar antes de escribir. Carlos Fuentes escribía parado frente a la máquina y en una batola. La chilena Isabel Allende evoca a los espíritus de su familia, encendiendo velas y regando incienso en un cuarto oscuro. Otros escritores tienen que ver la mesa llena de papeles y libros para que broten las ideas.
Hay mucho de ritualidad en la literatura dominicana, como en la novela “Uña y carne” de Veloz Maggiolo, en “Dos pesos de agua” de Bosch, en el poema “Metamorfosis de Makandal”, de Manuel Rueda, así mismo en las piezas teatrales “El rey clinejas”, “La danza de Mingó” y en “Amanda”.
En “El reino de este mundo” de Alejo Carpentier hay un acto ritual sin precedentes. Makandal, un negro esclavo haitiano va a ser quemado vivo en la plaza del pueblo, por haber envenenado las aguas de sus amos blancos. Ardiendo en las llamas y amarrado a un árbol, evoca a los espíritus africanos con un solo grito y sale volando. Para mí que esta es una de las mejores escenas del surrealismo latinoamericano, en cuya presencia está la magia, el acto de brujería y el realismo mágico del que habla el propio autor.
En “La Noche Bocarriba”, una pieza extraordinaria de Julio Cortázar, un indio moteca ha sido perseguido por los aztecas que han entrado en un período importante de su civilización, que en la cultura mexicana se conoce como la guerra Florida: “llega un momento en que para ofrecer sacrificios a sus dioses los aztecas salen a perseguir a sus enemigos, los capturan vivos, los envolvían en flores, los llevaban a Tenochuitlán, lo guardaban en una mazmorra y el día de la fiesta del dios lo subían a la pirámide y les arrancaban el corazón” en medio de un jolgorio de música, evocaciones y gritos hacia el cielo”.
¿Qué es el rito, si no aquello que representa una condición humana del espíritu? Me animo a pensar que lo ritual se transfiere en hábitos y modelos de conductas culturales que para muchos tienen significados gratificantes y para otros tienen contornos de pesadilla y de muerte.

El Nacional

La Voz de Todos