Siempre que enfrentaba dificultades por falta de fondos el presidente Horacio Vásquez acudía en busca de asesores económicos y financieros del gobierno de Estados Unidos, bajo cuyo control estaban las recaudaciones aduaneras.
A finales de la década del 20 se registró la gran depresión mundial que afectó sensiblemente la economía dominicana, debido a la caída de los precios de los principales productos de exportación: café, cacao, tabaco.
La depresión contrastaba con la supuesta estabilidad y prosperidad económica y financiera que propagaban los beneficiarios del régimen de Vásquez, que bajo ninguna circunstancia pretendían alejarse del poder.
Frente a esa situación el antiguo funcionario norteamericano Mr. Summer Welles recomendó a Horacio que invitara a una comisión técnica de Estados Unidos para examinar nuestra situación interna y trazar un plan de reformas, que condujera a la reorganización de las finanzas y a la implantación de un más eficiente programa de administración. El gobernante aceptó la sugerencia de Welles y como resultado llegó al país el financista Charles Dawes, encabezando un grupo de economistas y banqueros de prestigio internacional.
La presencia de la misión provocó recelo en la opinión pública y hasta sorpresa entre altos funcionarios del gobierno, incluyendo miembros del gabinete presidencial, como fueron los ministros Martín de Moya, de Hacienda, y Rafael Augusto Sánchez, de Relaciones Exteriores.
El enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Estados Unidos, Mr. Evan E. Young, no ocultó su ofensa con Horacio por la decisión inconsulta del gobernante de procurar a los especialistas para diagnosticar la difícil situación del país, que todos sabían que se derivaba del despilfarro gubernamental, la corrupción administrativa, la falta de control en los gastos y la impertinente actitud del Presidente de mantenerse en el cargo.
La participación de Welles en el reclutamiento de la misión indignó y molestó aún más a Mr. Young, quien con anterioridad se había quejado de las orientaciones que recibía Horacio del antiguo funcionario norteamericano, que en la mayoría de los casos estaban en contradicción con la política del departamento de Estado.
Las relaciones entre los dos Mrs. (Welles y Young) nunca fueron cordiales y se rompieron definitivamente en enero del 1929, luego de un espléndido agasajo ofrecido por Horacio a Welles y su esposa, en el exclusivo Country Club (hoy Santo Domingo Country Club), actividad a la que no invitaron al ministro plenipotenciario, jefe de la legación americana. El matrimonio Welles correspondió las atenciones del Gobierno con una comida formal en honor del Presidente, efectuada en el mismo Club, a la que tampoco se invitó a Young.
Al día siguiente, evidentemente molesto, Young comunicó al Gobierno dominicano que desde este momento la legación americana considera a Mr. Welles como persona no grata, por lo que estimaría que el gobierno se abstuviera de extenderle sus atenciones y cortesía.
El trabajo de la misión duró tres semanas y recomendó cambios profundos relacionados con los ministerios de Hacienda y Obras Públicas y el Ejército, cuerpo que comandaba el general Rafael L. Trujillo.Para reorganizar la Hacienda se sugirió la creación de la Contraloría General, que abarcaría tres secciones diferentes: Auditoria, Estadísticas y de Presupuesto.
En cuanto a las obras públicas recomendaron el empleo de métodos financieros más científicos, no sobrevaluar los costos de las obras y reformar el sistema de conceder los contratos a particulares, con una estricta supervisión de los gastos
Estas recomendaciones apuntaban a uno de los grandes males del gobierno de Horacio: su afán por una desmedida política de construcción en la que se dilapidaba el erario público. En cuanto el Ejército, sugirieron la creación de un Ministerio de Defensa Nacional y denunciaron irregularidades en la administración de los fondos militares.
El análisis de la situación económica reveló que al primero de enero de 1929 las obligaciones del Gobierno excedían en $1,630,227 a los fondos disponibles, mientras las autoridades fiscales habían hecho creer que las operaciones de Tesoreria habían cerrado con un superávit superior al millón de pesos, lo que fue motivo para una escalada de felicitaciones al gabinete económico y al presidente Vásquez.
Al déficit señalado había que agregar la cantidad de $2.5 millones comprometidos por concepto de asignaciones comprendidas en leyes especiales que había pasado el Congreso Nacional sin reparar de donde había de salir los fondos para implementarlas.
En definitiva, no todas las recomendaciones de la Misión Dawes buscaban una más eficiente y rentable administración del gobierno de Horacio. También consignaba sugerencias conectadas con intereses particulares que representaban varios de los miembros de la comisión.