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Hubo objeción  al generalato de 4 estrellas para Imbert y Amiama

<P>Hubo objeción  al generalato de 4 estrellas para Imbert y Amiama</P>

A medida que se aproximaban las elecciones generales del 20 de diciembre de 1962 la incertidumbre se apoderó de Antonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tió, supervivientes del complot contra el dictador Rafael Leonidas Trujillo,   porque desconocían el futuro de su situación personal y  la actitud del gobierno que asumiría el 27 de febrero del año siguiente.

La delegación de  Estados Unidos  y su  embajador  John Barlon Martin, tomando en consideración los temores de los complotados, que a la vez eran miembros del Consejo de Estado, estaba interesada en lograr que los partidos políticos garantizaran  cuál sería el porvenir  de ambos, una vez se realizara el cambio de gobierno.

Juan Bosch, candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano, mostró interés en discutir el futuro de los conjurados con la Unión Cívica Nacional, pero no fue posible una reunión con el candidato de esa agrupación, el doctor Viriato Fiallo, quien confesó al embajador Martin que Imbert le había manifestado  que quería “mandar” en las  Fuerzas Armadas, en caso de que el líder cívico  resultara vencedor en el certamen electoral. Fiallo,  rechazó la propuesta del héroe vivo, según narra el  ex embajador norteamericano en su libro “El Destino Dominicano”.

Y señala ”Lo que ocurría estaba muy claro. Al acercarse las elecciones Imbert y Amiama estaban determinados a arreglar su protección después que dejaran el poder o mantenerlo. Ninguno de los dos se fiaban de los partidos. Ellos, que habían asesinado al tirano, no recibirían reconocimiento y protección”.

En un encuentro privado con el  diplomático,  Imbert y Amiama le confesaron que ”Los otros cinco del Consejo de Estado no tienen nada que perder pero después del 27 de febrero qué será de nosotros. Todos los partidos políticos nos temen. Y nosotros sabemos que sólo podemos confiar en nosotros mismos. No queremos meternos en política pero tenemos que hacerlo. Si dependemos del partido que salga elegido, ese partido puede desentenderse de nosotros. No queremos poder ni dinero para nosotros mismos. Sólo nuestras vidas”.

Los conjurados expresaron a Martin que no tenían interés en ningún puesto político de importancia, “sólo queremos garantizar nuestra situación personal”. A mediados de octubre se comenzó a difundir la especie de que Imbert y Amiama serían investidos  como generales  y que en principio los mandos militares estaban de acuerdo. Pero cuando se divulgó que ambos serían “generales de cuatro estrellas”, surgieron múltiples pareceres y contradicciones.

Con el problema del generalato hubo decenas de reuniones y encuentros tratando de alcanzar una salida armoniosa.

En estas reuniones participaban activamente miembros de la CIA y  asesores militares norteamericanos  del (MAAG). “Ni Viñas (Secretario de las FFAA), ni Rivera Cuesta y  Atila Luna (jefes del Ejército y de la Aviación) decidían aceptar el decreto del generalato de Imbert y Amiama. Relata Martin que el aspecto de la coletilla  que llevaba el decreto de que  los conjurados serían “supervisores generales” también creaba más problemas.

Desde el primero de noviembre estaba vigente el Decreto 6088 invistiendo con el grado de general del Ejercito Nacional a Antonio Imbert Barrera y Luis Amiama Tió, y en  su artículo 2, señala que  los conjurados “desempeñarán las funciones de supervisores de las Fuerzas Armadas”, pero tres días después el embajador Martin dice que tuvo que levantarse de la cama urgentemente, ante una llamada de los coroneles  americanos Casa y Long, quienes le dijeron que “el alto mando militar se ha reunido con  Amiama e Imbert, y les habían dicho que tendrían gusto en recibirlos como generales de una estrella; pero no de cuatro estrellas.

Amiama e Imbert habían estado de acuerdo, todos habían llamado al presidente Bonelly,  quien lo había aceptado”.

El viernes 23 de noviembre, durante una fiesta en honor de una hija de Bonelly, Martin conversó con Imbert por espacio de dos horas, quien le dijo al diplomático “estoy harto de todo esto. Si el asunto del generalato no se resuelve la semana próxima… dimitiré del consejo y del Ejército”.

En su libro, Barlon Martin revela que en una reunión de todos los jefes militares, con la participación de Imbert y Amiama “éstos aceptaron el generalato de una estrella sin especificación de sus deberes ni inclusión de la Policía, lo que fue informado al presidente Bonelly, por teléfono, en su casa”.

El 7 de diciembre de 1962, tres semanas antes de las elecciones, el Consejo de Estado emitió el Decreto 6124, mediante el cual se inviste, definitivamente, con el rango de General de Brigada del Ejercito Nacional, a Imbert  y Amiama, y deroga el numero 6088.

El Nacional

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