Nombres del peso
Por muchos años, este país le ha dado diversos nombres a su moneda. A principio de siglo le llamaban en muchas partes clavao, lo que equivalía a veinte centavos.
A la moneda de menos valor la llamaban (y la llaman) chele y es de cobre. La de cinco centavos un nique, por aquello de metal en que estaba hecha, el níquel. De ahí en adelante las monedas de 10, 50 y 1 peso estaban fabricadas en plata. Conozco un individuo que se dedicó a coleccionar ese tipo de monedas y llegó a tener un baúl lleno. Al contarlas vio que tenía más de 500 tablas pero, ¿saben qué hizo? Buscó un amigo experto en la materia y fundió las cuchumil monedas que había acumulado.
Luego vino el trabajo fino. Poner a un lado la plata fina y el níquel de otro. Pero al final tenía como 25 libras de metal. Le contó su hazaña al amigo y en menos de lo que canta un plumífero ¡estaba en una celda! El amigo era un policía secreto, quien no perdió tiempo en anotarse una pata denunciando el hecho. Para los que no sabían, es delito fundir monedas de curso legal y el que lo hace lo funden.
Ya en estos tiempos las monedas de metal sólo sirven para romper los bolsillos de los pantalones. Antes se metían en el llamado bolsillito, que se encontraba en la parte derecha y de arriba del pantalón. Las papeletas tenían su lugar de honor en la cartera. Y como los tiempos cambian, ya los pantalones no traen bolsillitos, porque el menudo es historia antigua.
Es más, usted va a un supermercado y hace una compra, digamos de dos mil novecientos noventa y ocho pesos dos mil pesos oro (RD$2,998.00).
A mí, personalmente, me ha pasado que de los dos pesos que me restan no aparece uno, y yo, con gesto olímpico, pues lo dejo así.
Porque, la verdad sea dicha, nadie que se respete va a armar un reperpero en un súper por dos miserables pesitos. ¡Ay, como cambian los tiempos! Recuerdo aquellos tiempos en que yo llevaba a mi familia a una matinée en un cine que había en San Carlos. Seis entradas costaban la friolera de RD$0.40. Pero, ¿qué me dicen del Olimpia y del Rialto, que en los años 50 eran cines de la élíte? 25 centavos costaba la entrada y un paquete de maní en cáscara ¡un chele!
En La Vega, mi ciudad natal, había dos cines el teatro-cine La Progresista y el Rívoli. En este, tres personas entraban con 10 centavos. Y, ¿qué me dicen de aquellas series de doce episodios, a razón de 3 por noche? Recuerdo aquella del Flash Gordon, conquistador del universo.
Y los domingo había 3 tandas: tanda vermouth, matinée y tanda nocturna. No puedo olvidar que había una farmacia (en La Vega), llamada La Central, en la que daban entradas para tandas vermouth por cada compra. Hoy, para ir al cine, hay que descalabrar la entrada de una quincena y poner la mesa de comer en estado de contingencia.
Antes había una pregunta que se hizo clásica en los barrios de la antigua Braulio Álvarez, hoy 27 de Febrero. Esa frase se pronunciaba más o menos a las 4 de la tarde y lo que se haría en la noche se decidía contestando: ¿Cine o cena?