Opinión

Humorada

Humorada

Parece, sólo parece, que sí estamos llegando a donde mucha gente pretende.

Ya en nuestro país, donde hace apenas veinte años el “pajarerismo” era una ofensa, aparenta ser algo común y corriente, se hacen giras “gay” por clubes “de la especialidad” en ocho ciudades.

 Es todo un “tours” que, a pesar del tema a desarrollar, despejará muchas incógnitas.

A partir de ahora, no habrá problemas para sabe quien es quien, porque sus plumas “los conoceréis”.

¡Caramba, como cambian los tiempos!

Antes, cuando alguien tildaba a alguien de “pájaro”, no importa que se tratara de un águila o de una cigua palmera, pájaros eran los dos.

Entonces cabían pocas alternativas.

La primera y menos “belicosa”, era “mentarle la madre” al otro.

Semejante insulto era difícil de ignorar y, naturalmente, de las palabras casi siempre se pasaba a los hechos.

El problema consistía en que si el “insultador” tenía pies y tres pulgadas, y 230 libras de peso, y su contrincante era un “enano” de cinco pies y seis pulgadas y un peso de 150 libras, las apuestas se iban de un solo lado.

Y si el asunto llegaba a “mayores”, y el más chiquito sólo era chiquito, pero no cobarde, era muy posible que se escenificara un pleito de marca mayor que, usualmente, era interrumpido por los amigos del contendiente inferior, que no querían verse en la necesidad de llevarlo al hospital más cercano, para que le repararan el ojo derecho, la mejilla izquierda y le acabaran de sacar los cuatro dientes que estaban colgando tristemente.

Y si llegaban los agentes del orden público, aquello se convertía en un “pandemoniun”, lo que significaba que se armaba un “corre-corre” donde mucha gente demostraba que el correr distancias cortas era ponerse en manos de su contrario.

Ahora todo ha cambiado.

No sólo los “pájaros” no disimulan su “plumaje”, sino que. para estar en la moda ya no son “pájaros”, sino “gays”, tipos raros pero que no pueden disimular sus gustos estrambóticos.

Bueno, lo cierto es que este mundo está cambiando y que muchos hombres (y mujeres también) han olvidado para qué vinieron al mundo.

 Lo voy a dejar así, a ver si lo recuerdan.

El Nacional

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