Opinión

Impotencia dolorosa

Impotencia dolorosa

Impotencia, sensación sinuosa, dolorosa, desagradable que se te enrosca haciéndote sentir socialmente inútil.

 Es la impotencia ante la impunidad, la indolencia y las iniquidades, impotencia frente a la corrupción flagrante y generalizada, ante las banalidades de los políticos, ante las falsedades de funcionarios, frente a sus desmanes, su irresponsabilidad y su desidia.

Es como vivir con una astilla clavada en el centro de la garganta  aparentando que no nos molesta, es como caminar con anteojeras como recua en alegre procesión… es un continuo engañarte para no morir en el intento.

A veces, uno quisiera ser irresponsable, cerrar un ojo, o quizás los dos,  frente a la realidad que nos aplasta. A veces, solo a veces, vemos algún buen ejemplo que como aliciente y premio de consolación nos estimula.

Desgraciadamente, en el breve o mediano plazo no se vislumbra una rendija que traiga un hálito de esperanza. Nos deterioramos acelerada e indeteniblemente

Corrupción, narcotráfico, delincuencia, violencia, impunidad, caos, falta de autoridad, sicariato y mutilaciones,  pan nuestro de cada día. Camino expedito hacia la mejicanización del país.

Es cierto, la desesperanza y el pesimismo son categorías propias de espíritus débiles, lo acepto como paradigma motivacional, no como realidad cotidiana que golpea el alma dejándote huérfano de alternativas.

Lamentablemente, cuando los responsables de nuestra desgracia lean estas notas, si las leen, se reirán a mandíbula batiente y  con un hilo de sangre chorreando por la comisura de sus labios me llamarán “pobre idiota iluso que no ve la realidad con el pragmatismo que imponen las reglas del Poder, donde debe haber espacio para la ración del boa” (o más bien donde todo el espacio es para el boa).

Puede ser cierto,  pero al menos déjenme creer que quizás esta catarsis contribuya a no ver pasar el cadáver… no de mi enemigo sino el cadáver de mi país, un país que, con impotencia y dolor en el hondón del alma,  veo morir  lentamente, día tras día.

Un país hermoso que, por más que lo han intentado, no han logrado dañarlo en  su nobleza y buen corazón. Un país así,  merece un mejor destino

Confieso que, en principio, esbocé  un artículo lleno de esperanzas, pero la computadora se rio a carcajadas y rotundamente se negó a escribirlo.

El Nacional

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