Opinión

Independencia del Banco Central

Independencia del Banco Central

Mientras alrededor del mundo se viene replanteando el rol que deben jugar los bancos centrales para impulsar el crecimiento y dentro de la regulación del sistema financiero, el tema en nuestro país apenas está empezando a tomar relevancia.

El Banco Central de la República Dominicana constitucionalmente tiene por objeto (y mandato expreso) la estabilidad de precios, lo que se suma a otros mandatos tanto constitucionales como legales de ejecutar la política monetaria y cambiaria, y ser único emisor autorizado de la moneda, así como mandatos indirectos que resultan de la posición de su Gobernador dentro de la Junta Monetaria. A medida que el letargo económico del país entra a su 3er año, más voces se están alzando para reclamar una participación más activa del Banco Central para estimular el crecimiento, y pudiera ser estén escuchando.

Si bien como resultado de la crisis mundial, los bancos centrales se han alzado como los grandes héroes que han paleado el efecto de esta por encima de la inacción de los gobiernos y las políticas fiscales, lo cierto es que estos han tenido que torcer sensiblemente el contenido de sus mandatos legales para realizar estímulos al crecimiento económico a través del crédito. Mientras los economistas de la escuela austríaca y los keynesianos mantienen un debate abierto sobre la efectividad de esta estrategia, ambas partes parecen aceptar como un hecho que ya la independencia de los bancos centrales está quedando entredicha.

La independencia de los bancos centrales es en si un mecanismo para evitar crisis mayores. Se entiende que un Banco Central que no sea independiente es propenso a crear un riesgo moral (del concepto anglosajón “moral hazard”) en el manejo del Estado, donde los gobiernos pueden postergar sus necesidades de reformas transfiriendo sus riesgos hacia los balances de los bancos centrales. 

En nuestro país si bien legalmente el rol del Banco Central queda bien definido dentro del ámbito monetario, cambiario, financiero, interbancario y del sistema de pagos con el mandato expreso de mantener la estabilidad de precios, en la práctica, dada a la presencia de su Gobernador como Presidente de la Junta Monetaria, el kit de herramientas con el que gozan sus autoridades en términos prácticos es sensiblemente mayor si le comparamos al de sus similares en el extranjero.

Y si bien pueden incidir en el comportamiento de la economía a través de su tasa de política monetaria y sus operaciones de mercado abierto, su voz decisiva en la Junta Monetaria le permite decidir sobre las políticas de encaje, capitalización, evaluación de crédito entre otras medidas que pueden servir de estímulo. La independencia del Banco Central y las autoridades monetarias y financieras depende, hasta cierto sentido, de su propia voluntad.

No obstante lo anterior, el Banco Central de nuestro país ha mostrado una prudencia adecuada en el manejo de su kit de herramientas en medio de las actuales circunstancias. No me parece que la República Dominicana debe ser vista como los Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido o Japón donde los bancos centrales han tenido un rol activo en la activación económica a través de masivos estímulos monetarios, nosotros no tenemos el lujo de economías lo suficientemente grandes y estables como para soportar ese tipo acciones.

 Hace bien la autoridad monetaria en aferrarse a su independencia y sobretodo a su mandato de mantener la estabilidad de precios, y es poco probable que las cosas puedan empeorar a un punto donde poner eso de lado para tener mayor incidencia sobre el crecimiento y el crédito sea necesario.

El Nacional

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