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Indignados contra el “paquetazo”

Indignados contra el “paquetazo”

Una vez más multitudes salen a la calle a protestar, a expresar su indignación contra la clase política gobernante, en rechazo ahora a una ley tributaria  que  sólo busca impunidad para los verdaderos responsables del hoyo fiscal en que está sumergido el Gobierno.

 Impunidad, porque el presidente Danilo Medina no se atreve, por razones de color partidario, a emprender acciones para esclarecer la transparencia en el gesto público durante la pasada gestión de Leonel Fernández ni a dar a conocer los resultados de auditorias de la Cámara de Cuentas y de la Contraloría General de la República.

Por ser favorecido con el gasto desbordado del Gobierno durante los primeros meses del presente año y durante el proceso electoral, que le permitió llegar al Gobierno, es un reo de su propio partido, pero a la vez de la poderosa clase política que lo dirige,  y que fue el motor para que hoy sea Presidente de la República.

La reforma fiscal que planteó Medina al Congreso Nacional y aprobada en ambas cámaras con la  amplia mayoría del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), se exime de culpas a quienes provocaron el déficit de 187 mil millones de pesos en las arcas del Estado y descarga sobre los hombros de la población tapar el hoyo dejado por los suyos.

Nunca ante una clase polìtica había manejado tantos recursos en base a sacrificios del pueblo; nunca la gente que sobrevive “buscándosela” en la calle había sido sometida a tanta presión como estará a partir de esa ley; nunca un ahorrante tenía que darle de su dinero al Gobierno; nunca los combustibles habían costado tanto como ahora ni la vida se le había hecho tan difícil a millones de dominicanos.

Los movimientos sociales, las protestas contra el “paquetazo fiscal”, son muestra de esa indignación nacional contra esa clase política gobernante, de la cual algunos son corresponsables por omisión y complicidad y otros por ser artífices del despilfarro, del coecho y el gasto alegre para mantenerse en la dirección del Estado, en perjuicio de la mayoría.

Cada día habrá más indignados y más gente en las calles, pues el Gobierno no podrá satisfacer sus reclamos en cuanto el empleo, el salario y la economía, la salud, la educación y las necesidades comunitarias. Mucho menos generará confianza a los sectores que invierten capitales, tanto nacionales como extranjeros, que no se sienten seguros ante la clase que les cambia las reglas de juego, los corrompe, los desacredita y los persigue por retaliaciones políticas y sociales.

Nuevo Liderazgo

Los indignados han salido a la calle dirigidos por jóvenes y actores diferentes al liderazgo político tradicional, que genera poca confianza en la población, porque no se ha puesto a la cabeza de los reclamos populares ni emprendido jornadas desde sus partidos para confrontar la corrupción de Estado y la falta de institucionalidad con miras a fortalecer el sistema de partidos y la democracia.

Sus apoyos morales han sido significativos, pero sus presencias en el centro de las movilizaciones vistas con ojerizas, pues el pueblo reclama de un nuevo liderazgo o de líderes que sepan interpretar los males y sentimientos de una población que reclama cambios, pero con organización y sin colas de sus actores.

El nuevo reto

Lo lamentable es que esos movimientos debieron iniciar desde el hoyo fiscal del 2008, cuando se hizo lo mismo que en 2012 y la corrupción y el despilfarro de los recursos del Estado fue más que evidente y denunciado, pero los actores sociales y políticos no encabezaron ni emprendieron movimientos para dar al traste con esto. Como resultado tenemos una furnia financiera mucho mayor y más padecimientos en el pueblo. Estos movimentos de indignados son de tipo mediático, pero son un inicio de rechazo a la clase politica que gobierna y un llamado para que los líderes opositores sepan qué demanda su pueblo y puedan ser capaces de articular un gran movimiento nacional que frene la corrupción, la impunidad, la narcodelincuencia y la complicidad de aparatos del Estado de los demás poderes.

En la medida que el liderazgo político no sea capaz de hacer esas interpretaciones, de transformarse y èmprender cambios en sus organizaciones, nuevos líderes han de surgir como redentores sociales, enviando al zafacón a quienes no fueron capaces de ponerse al traste con sus aspiraciones.

El Nacional

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