Opinión

Infoseguridad 007

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¿Ha habido algún cambio en el mundo en el concepto seguridad, luego de la caída del Muro de Berlín?

Por supuesto que sí. Con la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, se le dio una muestra al mundo de la nueva recomposición del poder global que se estaba gestando. Lógico es que la separación de las repúblicas socialistas agrupadas en la entonces Unión Soviética fue un acontecimiento mayor y más determinante, porque trajo el surgimiento del actual mundo unipolar con los Estados Unidos como país líder del poder global, aunque la cosa está por definirse o redefinirse, ya casi 20 años después, por dos aspectos fundamentales, primero por el avance de las economías asiáticas y segundo por la actual crisis económica global, que tuvo su epicentro en los mismos Estados Unidos.

El avance económico ha traído siempre el progreso con la formulación y aplicación de planes en políticas de seguridad y defensa. Es lógico que los países se armen para defenderse de Estados hostiles o para garantizar su seguridad y defensa.

Con ese proceso de la caída del muro de Berlín y la desintegración socialista surgieron o se acrecentaron nuevas amenazas y retos para los Estados, y por ende para sus agencias de seguridad y defensa, lo que obligó a una redefinición o reformulación de los objetivos y propósitos nacionales ante la nueva situación global en los ámbitos de seguridad y defensa.

La tendencia fue la reducción de armadas y ejércitos para fortalecer, ante el auge del crimen  y la delincuencia, junto a la inseguridad ciudadana, para fortalecer las agencias de servicio policial.

Ese fenómeno motivó la reducción o desaparición de las fuerzas armadas de algunos países o la reingeniería y redefinición de sus roles de participación hacia el ámbito de la seguridad ciudadana. Ya el comunismo no era una amenaza y el mundo pareció, para los ilusos y soñadores, y hasta para algunos analistas del tema, un lugar más seguro y habitable, sensación de paz y seguridad que no duró mucho, si es que la hubo, o sólo fue un espejismo que el alma humana captara dentro de lo que llamamos optimismo pesimista. Estallaron los conflictos raciales, las guerras intestinas y las consabidas limpiezas étnicas, campamentos de refugiados y desplazados, en lugares como Bosnia Herzegovina, Kurdistan y otros países.

En cuanto a América Latina se recrudeció el conflicto de la narcoguerrilla colombiana de las FARC, los paramilitares y las tropas regulares de las Fuerzas Armadas colombianas, con el ingrediente externo de la aplicación del Plan Colombia diseñado conjuntamente por el gobierno sudamericano y Estados Unidos, durante la administración de Bill Clinton. En México los zapatistas también hacían lo suyo.

Por otra parte, en los momentos actuales se acrecientan los problemas financieros que repercuten en todos los demás ámbitos de las sociedades, estableciendo un nuevo orden mundial para los sistemas capitalistas y de libre mercado. También sobresale el problema más difícil de tratar, que son el del narcotráfico y el crimen organizado, lo cual compete directamente a la seguridad.

Es preciso destacar el caso mexicano que presenta un ejemplo revelador y digno de reflexión para toda América y el resto del mundo, pero sobre todo para la República Dominicana. Todo ello trae consigo grandes retos para los Estados y sus gobernantes.

El Nacional

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