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Reflexionemos seriamente sobre la nueva invasión haitiana. Son millones y en aumento, pero nadie hace ni dice nada. Es urgente presionar al gobierno y las autoridades.

“Estados Unidos acusa a RD de excluir a haitianos y a dominico-haitianos, en su informe anual sobre derechos humanos del Departamento de Estado, relativo al 2012 y publicado viernes 19 de abril, recordó que en República Dominicana, con una población de 9,7 millones de habitantes, residen entre 900.000 y 1,2 millones de inmigrantes indocumentados, “en su mayoría haitianos o sus descendientes”.” Acento.com.

Si EE.UU. admite esta cantidad de ilegales haitianos, que supera el 10% de nuestra población, la situación es alarmante. Pero más preocupante aún, es que nuestra autoridades no se inmuten por esa injerencia en nuestra política migratoria, quienes no tienen moral por su fracasada y abusiva política migratoria.

Por otra parte EE.UU. es también responsables del derrotero del pueblo haitiano y hasta del nuestro, con sus abusos y saqueos en sus invasiones. Por lo que es inaceptable su intromisión y desfachatez en nuestros asuntos, mientras evaden su culpa en la pobreza haitiana y de no aportar los recursos pendientes en la reconstrucción de nuestro vecino país.

Estructurar e implementar dicho proceso representa labores interinstitucionales de gran trascendencia, y que les tocaría en mayor medidas a los invasores. En tal sentido, un proyecto o plan de reconstrucción en Haití debe ser una prioridad de la política internacional dominicana, latinoamericana y principalmente de los grandes colonizadores de ese entones, Francia, España e Inglaterra, además Estados Unidos y Canadá.

Haití necesita consensuar un proyecto de nación, en el que toda la sociedad se cohesione en sentimientos patrióticos que hagan posible creer y sentir la necesidad de impulsar con iniciativas propias el rescate y reconstrucción del Estado, pues no debe haber nadie más interesado y a la vez que pueda ser más beneficiado que el mismo Haití, por ello, debe nacer de ellos, debe surgir de las entrañas de su pueblo, el creer y aspirar a consolidar un Estado desarrollado, con garantía de estabilidad y convivencia pacífica.

La sociedad haitiana debe demostrar y a la vez conquistar la credibilidad de toda la comunidad internacional. Pues la sociedad haitiana tiene grandes dificultades, hasta para registrar los nacimientos que ocurren cada día, y que podemos esperar de un ciudadano del mundo sin nacionalidad o que no tenga la oportunidad de registrarse en los archivos que lo hacen un sujeto de derecho, es válido entonces, que como parte de este proceso de crecimiento institucional en Haití, se organice y dignifique a cada niño o adulto que no halla podido ser registrado.

Nuestra condición de isla compartida nos obliga a desarrollar políticas bilaterales claras, para las relaciones diplomáticas, comerciales, migratorias, culturales, pues desde el nacimiento de ambas naciones fuimos, somos y seremos un matrimonio sin divorcio, debiendo aceptar nuestras realidades y trabajar juntos por un desarrollo sostenible de ambas naciones, dejando claro ante el mundo el respeto basado en los principios de los derechos internacionales y de la libre y soberana determinación de los Estados.

El Nacional

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