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“Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos”,   Juan Pablo Duarte

Al pueblo le corresponde obligar a honrar “Hacer lo que nunca se ha hecho”. Nuestros valores y principios de vida son los que nos hacen más o menos humanos. En la medida en que la pérdida de valores aumenta, de igual manera lo hacen los conflictos sociales, los cuales tienden a afectar grandemente los sistema de desarrollos humanos, educacional, social, económico, político, medio ambiental, entre otros. 

Desde la óptica socio-educativa, los valores son considerados referentes, pautas o abstracciones que orientan el comportamiento humano en cualquier país o nación y cuando estos pierden su cohesión social impera el desorden, la inseguridad en general, es decir, surgen las crisis y se agudizan los problemas. 

Es por ello que debemos luchar contra la disgregación social, pues ésta nos impide enfrentar de manera precisa y adecuada la crisis que ahora mismo afecta al mundo. Mientras exista una indiferencia o descuido ante la educación familiar, escolar, religiosa y en los valores humanos, siempre estaremos lejos de lograr las metas que como país en desarrollo debemos proponernos.

Necesitamos recobrar la esperanza, estar unidos y decididos a ser hombres y mujeres de bien, transformadores y luchadores para que los efectos de la actual crisis mundial y nuestra crisis de valores no nos arropen, que aprendamos a dar buena cara a los malos tiempos, prevenir y enfrentar todo aquello que nos amenace. 

No necesitamos más promesas políticas cualquiera que sea la base de su ideología. Lo que necesitamos realmente es una sociedad consciente y unida para que trabajemos juntos en la construcción de un país mejor, no importando quién esté dirigiendo el Estado, la sociedad es la que tiene que estar preparada para demandar y exigir las cosas que deben venir del Estado, exigir que la Administración Pública sea transparente y cohesionada por valores éticos y morales. 

Es el momento de que cada ciudadano aprenda a defender sus derechos y a respetar los derechos de los demás, cumplir con sus deberes, solo así la República Dominicana se revertirá en una sociedad madura, triunfadora, exitosa, convertida en un Estado ideal, un proyecto de nación ideal. 

Debemos comenzar por nuestros propios proyectos tomando en cuenta y reconociendo todas las debilidades que tenemos, y superarlas. Hoy se requiere que todos nos sintamos protagonistas del cambio, de la transformación para un mundo mejor, más ético y justo.

La persona sin valores pierde su humanidad y la humanidad sin valores se opone a su naturaleza misma, rescatemos nuestros valores éticos, hagamos de ellos nuestro estilo de vida. Hagamos realidad el sueño de los trinitarios y restauradores, mantengamos viva la esperanza y trabajemos unidos cada vez más por una sociedad justa y humana.

Nunca ha sido tan necesario como hoy erradicar de la vida nacional los Siete pecados sociales de M. Gandhi: “política sin principios, riqueza sin trabajo, placer sin conciencia, conocimiento sin carácter, comercio sin moralidad, ciencia sin humanidad, y adoración sin sacrificio.”

El Nacional

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