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El interés colectivo incluye el individual

(“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.” Abraham Lincoln)

En las sociedades avanzadas con desarrollo integral y humano, todo lo malo es posible, pero de manera excepcional. En nuestros países latinoamericanos, de posiciones tercermundistas, estancados en las vías del desarrollo, como es el caso de la República Dominicana, todo lo malo es posible, pero en la generalidad.

Para nuestro país, esto no es un asunto de percepción, es un asunto de realidad. Esta situación se basa en una principal razón: la falta de institucionalidad, que se desprende del incumplimiento a las normas (anomia generalizada), generando la corrupción en todos los sectores; y de todo esto lo más sobresaliente, el individualismo o falta de aportes positivos por parte de los ciudadanos enfocados a un interés común.

Si bien es cierto que el derecho individual de adquirir riquezas y bienes, es legítimo, también es cierto que el derecho colectivo tiene supremacía sobre la individualidad. Pues en el bien colectivo está contenido el bien individual de cada persona en particular.

Debemos aunar esfuerzos para limitar la ambición en tener riquezas sin respeto al ambiente o la colectividad, dañando a nuestros semejantes en la mayoría de los casos, al observar el comportamiento de muchos ciudadanos, tanto en el ambiente privado, como en el público, se puede apreciar que escasas veces se persigue el beneficio del conjunto de los que están involucrados en los asientos de productividad, que los relaciona a una empresa u oficio.

En cuanto a los ciudadanos de incidencia pública, para los cuales es obligatorio el velar por el bien común o social, es aún más paradójico el que no se ejecuten los mejores esfuerzos de beneficios para la colectividad.

El funcionario público está obligado a velar por el bien común, pero es quien menos lo hace. Si observamos el comportamiento social de los que mayores recursos poseen, podemos ver que priorizan la autorrealización (vanidades, lujos y despilfarro de riquezas) en detrimento de las necesidades básicas de la colectividad.

Las familias unidas producen sociedades fuertes y por ende sus instituciones son fuertes, resultando un Estado aun más fuerte. Debemos convertir nuestra crisis en oportunidad, aprovechar para hacernos más fuerte y poderosos, para resistir todos los males que trae y que sufrimos la mayoría del pueblo dominicano, como parte de la cotidianidad.

La participación activa de cada ciudadano en los asuntos públicos en el Siglo XXI, es una cuestión en donde la sociedad en su conjunto y cada persona en particular, deben ser recurrentes, especialmente en la construcción de un futuro mejor. Levantemos la dominicanidad, el patriotismo, el civismo, respetemos la constitución y las leyes. Juntos podemos, unidos somos invencibles. Seamos verbo no sustantivo. Rescatemos el sueño de Duarte y Luperón.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles”. Bertolt Brecht.

El Nacional

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