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Todos los problemas de la sociedad tienen su origen en la impunidad. La impunidad es un círculo virtuoso del mal. Nace cuando se viola la ley y no se castiga ni se corrige al violador. Dando vigencia al dicho de que “la justicia solo muerde a los descalzos”.

La justicia y los policías no son los únicos con responsabilidad directa de hacer cumplir la ley y de sancionar a los que la violan, es de los funcionarios públicos en general, ya sean elegidos o designados para ello: los actores de los tres poderes del estado, además de la judicial, el congresual y el Gobierno, yo le agrego el poder municipal y el poder electoral.

Cuando estos no aplican la ley, y por el contrario la violan, están induciendo a la sociedad a un ambiente de impunidad, con ello, enviando un mensaje a los posibles delincuentes y a los delincuentes de estímulo e invitándolos a delinquir, facilitando el incremento de las violaciones a la ley y el que se cometan los crímenes, poniendo en riesgo y desasosiego la parte sana trabajadora y honesta de la sociedad.

Si un funcionario se muestra indiferente tanto al cumplimiento como a la violación de la ley se hace partícipe de la impunidad, convirtiéndose en cómplice por acción y omisión de los crímenes que se generen, afectando grandemente al desarrollo sano de la sociedad.

La verdadera democracia es la dictadura del imperio de la ley, la mejor religión es la verdad. La solución de los problemas de la sociedad dominicana es cumplir y respetar la Constitución y las leyes.

En nuestro país la única institucionalidad fuerte hasta ahora, es la impunidad, la corrupción y el crimen, los funcionarios públicos que integran y dirigen las instituciones no respetan las normas que las rigen, la ignoran y son indiferentes a la soberanía del pueblo.

Los responsables de que un sistema democrático funcione y que su constitución y sus leyes sean respetadas son los gobiernos y sus autoridades,  principalmente los directivos, pero la mayor responsabilidad recae sobre el Gobierno, por ser este un país presidencialista.

En vista del fracaso inminente de nuestro Estado, se confirma que es fallido, que vivimos en un Estado colapsado, no funciona nada: no hay institucionalidad, no hay garantías de derechos ni libertades, no hay garantía de servicios básicos y mucho menos somos un Estado democrático. Vivimos una doble moral, donde no se practica la ética ni los principios de buena costumbre.

Convencido por demás de esta penosa y lamentable situación, solo queda la esperanza de que el mismo pueblo se reivindique, reclame e imponga su soberanía, solo así tendremos nuestros derechos y libertades garantizados, ojalá se logre de una vez por todas concluir el sueño trinitario y construyamos una verdadera democracia, con calidad de vida.

El congreso, el cual es elegido por el pueblo para representarlo, por lo cual, el congreso se debe al pueblo. Es tiempo de que el pueblo sancione y cobre el precio de la usurpación de su soberanía. ¡Despertemos!

El Nacional

La Voz de Todos