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En nuestra sociedad  ya queda poco espacio para la honestidad.  Se populariza como un orgullo “la cola”: es el rastro de los hechos oscuros, criminales, anti éticos e inmorales que le siguen hasta la eternidad, y que muy sabiamente con las más avanzadas estrategias tratan de borrar o cubrir, reivindicando la doble moral y la falta de valores, es donde la mayoría de los que buscan las botellas o puestos con pagos sin trabajar y donde muchos funcionarios se inscriben como defensores del sistema corrupto, siniestro, indolente e inhumano en que vivimos y que tradicionalmente administra nuestros recursos.

Por lo que urge un sistema político sano, transparente, con instituciones fuertes, eficaces y con sensibilidad humana.

Se debe revertir de una vez y por toda, la corrupción, el crimen, la violencia en todas sus manifestaciones, y la impunidad que nos gangrena como sociedad y resguardan dichos flagelos que son nuestras vergüenzas culturales. A lo que trasciende sumarle el chisme, las calumnias y el servilismo, la lisonjearía de los que viven a costa de los que trabajan. Dictadura pos moderna es cómo podemos llamar a la situación que viven todas las personas que trabajan con honestidad para cumplir con la necesidades básicas, las cuales son ausentes en nuestra sociedad.

La búsqueda del bien común y la justicia social o de libertades y derechos con igualdad para todos debe ser nuestro principal objetivo como Estado.  Debemos aceptar  y acoger con humildad y sabiduría a todas las personas con sus diferencias, pues lo que importa es sobreponerse a todas las cosas, es precisamente eso, el interés colectivo nacional, y que se use  y aplique el poder adecuadamente. Debemos reivindicar la patria y el sueño de nuestros héroes libertadores, aun inconcluso.

Los Estados y sus instituciones deben priorizar el bien colectivo estableciendo de ante mano que dentro de él, se incluye el bien individual. Todos los movimientos disidentes y liberales están obligados a unificarse, a converger, a hacer sinergia, a integrarse en un solo frente en una verdadera representación y participación del pueblo para presentar una propuesta de Estado a través  de hombres y mujeres probos e indemne para que representen la cosa pública y sustituyan el sistema podrido que hoy representan los partidos tradicionales.

El vínculo entre escuela, trabajo, producción y buenas costumbres, no ha logrado establecerse en la cultura dominicana y está fuera de las propuestas de los políticos. Se ha desarrollado la sociedad del mega deseo, vivimos en un mercado de vanidades. No se respetan los valores familiares éticos y morales.

El profesor y escritor austríaco Peter F. Drucker, como cristiano devoto, sumó los valores morales de un líder a su eficiencia como gestor del desarrollo social sostenible. Él destaca la insuficiencia del Estado como agente de rendición social y demuestra que sólo la productividad de una nación puede generar equidad entre su pueblo. Cabe preguntarse entonces ¿Por qué no hay voluntad política para resolver los principales problemas sociales? ¿Cuánto invierte el Estado en el desarrollo de talentos, en estímulo a la productividad y en la innovación? además ¿Cuánto en la prevención de los crímenes y la violencia? Y ¿Cuándo se focalizarán los recursos del presupuesto en satisfacer las necesidades básicas, todas ausentes?

El Nacional

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