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Infoseguridad

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A propósito de la designación del mayor general Manuel Castro Castillo, como nuevo jefe de la Policía Nacional y del general de brigada Alejandro Dipré Sierra como nuevo sub-jefe de la misma institución, mediante el decreto número 181-13. Es oportuno felicitar sus nombramientos augurándoles los mejores de los éxitos.                      

General Manuel Castro Castillo aproveche y asuma este gran reto que a la vez es una  oportunidad para revertir el derrotero en el que nos han mantenido desde el mismo nacimiento. Ya nada es secreto, día tras día estamos siendo testigos de revelaciones públicas que dejan al descubierto las situaciones internas sobre casos de abuso de poder, encubrimiento de corrupción y todo tipo de crimen, puestos ocupados por militares, traslados, arrestos, cancelaciones y retiros dentro de la Policía Nacional, todos irregulares. Señor jefe, 77 años son suficientes para marcar la diferencia, aplique y haga cumplir la ley.

La realidad del problema es que nunca se cumplió la ley derogada, no. 6141, no se cumple la vigente, 96-04 ni se cumplirá la propuesta enviada al congreso por el Poder Ejecutivo, la cual debo agregar, de aprobarse será un retroceso.

Debe elegirse y designarse  en los diferentes puestos por méritos, los probos y capaces; en lo que deben participar activamente todas las comunidades. Urge comunitarizar la policía, así lo manda nuestra ley orgánica vigente.

Nuestra sociedad es anómica, es cultural el desconocimiento y el irrespeto a la Constitución y las leyes. Y lo peor de todo, la gran mayoría desconoce y no se interesa en conocer su ley ni su constitución.

General Castro, dé un ejemplo, libere a la policía y a la sociedad de esos generales y coroneles corruptos (con sus equipos) y que conviven con el crimen, juéguesela, sea el protagonista de asuntos internos, “policía de los policías”, la sociedad y al Gobierno más que a nadie le urge.

Además es una oportunidad para reducir la conspiración, sin publicidad y lo que ameriten, sometimiento.       

Sin dejar de lado lo más importante proteger y defender la dignidad y calidad de vida de sus policías, además de lograr la uniformidad, el orgullo y el prestigio que se han perdido.           

La Policía Nacional padece de todos los males sociales, pues somos un reflejo de la misma sociedad; los policías comunes, humildes de poco rango que son la mayoría  víctimas del sistema y son usados por quienes los dirigen, mantenidos en la ignorancia y la explotación.

Los policías no cuentan con un órgano que proteja y garantice sus derechos y libertades ni hay ningún poder fáctico que lo haga. La cultura de mando y el desenvolvimiento de los afanes policiales y militares es similar al de un estado de guerra o de excepción, viven en zozobra e incertidumbre constantes,  sin planificación alguna que le permita programarse.

Señor jefe PN, en 77 años no hemos sido capaces de ver y tratar como seres humanos a nuestros policías, cásese con la gloria, siente un precedente a favor de la dignidad de los policías,  inicie la revolución para conquistar la confianza ciudadana, reivindique el lema “Todo por la patria”.

El Nacional

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