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También tengo un sueño

Un llamado de atención a los diferentes sectores organizados y que están hartos de la política y los políticos corruptos tradicionales y sus socios.
“Si somos libres en el corazón, no habrá cadenas hechas por el hombre con fuerza suficiente para sujetarnos. Pero si la mente del oprimido es manipulada (…) de modo que crea que es inferior, no será capaz de hacer nada para enfrentar a su opresor”. Steve Biko

Todos tenemos sueños, al igual que Mahatma Gandhi, quien logró su sueño de independencia de la India. Nelson Mandela, que también conquistó su sueño al terminar el apartheid para los negros de Sudáfrica. Y Lech Walesa, autor de “Un camino de esperanza”, en Polonia fue el artífice de una transición pacífica del comunismo a la democracia pluralista.

Los pasos que he dado en mi vida han sido firmes en busca de mejorar el mundo, a través de cambiar y mejorarme constantemente a mí mismo, e inquiriendo conquistar la atención y así sucesivamente influir a nuestra sociedad. Escasas veces mis propósitos han ido encaminados a producir riquezas o ganar dinero ya que este no sacia los apetitos de sus adoradores. Nací rechazando el dinero y siempre he estado consciente del daño que ha causado a la humanidad la ambición desmedida y patológica por la acumulación de riquezas por el dinero y el lucro.
Frecuentemente sueño con servir de instrumento para despertar nuestro pueblo y terminar la obra de Juan Pablo Duarte, de poder encontrar el mensaje y las palabras que los haga cambiar de visión y actitud frente a nuestros graves problemas sociales, principalmente la corrupción administrativa, el despilfarro oficial de los recursos del pueblo, la anomia y la impunidad, además de la falta de civismo y patriotismo.
Es mi más grande sueño ganar la capacidad de impulsar a otros a creer en sí mismos. Pues nuestra sociedad es tan resistente al cambio y la cohesión. Urge empoderarla y convencerle para asumir la fuerza del arma más poderosa que pueda existir: “un pueblo unido por una causa común”.

Estoy convencido de que nuestro sistema o modelo de gobierno y administración político-social es obsoleto, corrupto, inoperante, ineficiente, dañino, entre otros defectos más. Está desgastado por el abuso y permeado por la corrupción. Por lo que apremia cambiarlo y esto sólo se podría lograr con la decisión mayoritaria del pueblo dominicano a favor de una opción alternativa, progresista, liberal y muy diferente a los grupos tradicionales y oportunistas con los grandes y pequeños mercaderes de la política y sus asociados.

Hemos llegado a un vacío de liderazgo en el que en cada agrupación política hay figuras enquistadas como liendras en las organizaciones, ejecutivos y gestores de pactos de aposento e intercambio de apoyo a cambio de impunidad y de ventas de los derechos del pueblo, quienes no deberían aspirar ni a una regiduría del más atrasado municipio, porque no obtendrían ni una docena de votos honestos. Sin embargo están ahí, manchando lo que Duarte considerara uno de los más nobles ejercicios y de mayor responsabilidad para cualquier ser humano: la vida política.