Opinión

Introspección sobre por qué Siria

Introspección sobre por qué Siria

En una entrevista que le hiciera el periodista de Univisión, Jorge Ramos, el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, aseguró que “había más diferencia entre lo que él pensaba en la mañana y lo que pensaba en la noche que entre republicanos y demócratas”. ¡Diablos! Que declaración tan acertada. ¡Es verdad! Por más encarnizadas que sean las campañas electorales, el bipartidismo norteamericano es una institución que responde fundamentalmente a sus intereses.

Es una patética realidad que en asuntos de política exterior, republicanos y demócratas se comportan como experimentados bomberos. Dios los cría, y ellos se entienden… Para comprobarlo solo hay que observar cómo John McCain justifica su aquiescencia a la solicitud de un acorralado Obama, compelido a atacar a Siria sin el consentimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).  “…un rechazo de esta resolución sería catastrófico. “No solo para él, sino para la institución de la presidencia y la credibilidad de los Estados Unidos”.

Sin embargo, hay algunos detalles que sin la menor intención de los que apoyan la intervención en el conflicto sirio, se le escapan a la perspectiva política; sobre todo por sus implicaciones en el corto y mediano plazos. Que se invada Siria, no importa que le pese al mismo diablo, no sería nada del otro mundo; ya antes ha sucedido, y los eufemismos, los sofismas y las falacias más estrambóticos se han encargado de que el Sol salga a medianoche.

Lo que no es posible, es soslayar que prácticamente media población votante de  Estados Unidos, rechaza la ocupación del territorio sirio por aquello de: “si me engaña una vez, tonto es; si me engaña dos, estúpido yo”. El tiempo que ha pasado, luego de que el Imperio alegara para invadir Irak que Sadam Hussein tenía armas nucleares, no es tanto como para que el pueblo norteamericano y la comunidad internacional no reparen en que ahora la excusa es que el gobierno de la nación árabe ha usado armas químicas. ¡Oh oro negro, cuántas barbaridades se cometen en tu nombre!

El Nacional

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