Opinión

Iraima y Jiminián

Iraima y Jiminián

Con estoicismo y suprema gallardía dominicanista, supieron competir en el proceso para la selección del Defensor del Pueblo. La culta licenciada Iraima Capriles  y el  filántropo doctor Antonio Cruz Jiminián, desde el principio salieron de la “gatera popular y social”, trillando un punta a punta, y como expresa el mago Simón Alfonso Pemberton, que hace  mucho tiempo debió ser elevado a la inmortalidad deportiva, aunque ya lo es en el sentimiento nacional: “A correr fanáticos…”, y nadie les gana y Iraima y Jiminián. Toman la delantera con quinientos metros, pero faltando apenas uno,  aparece un guaraguao insaciable, abusador y distorsionador de la verdad en su mística y esencia.

La felonía fue vencida moralmente, pero la boa o guaraguo con garras maléficas, les seguía los pasos, les grababa las conversaciones telefónicas, un servicio de espionaje grotesco y malvado y, ya faltando menos de 48 horas y ellos es así, se produce aquel famoso pacto, aunque digan lo contrario o quieran mentirlo banalmente.

 Las ansias desmedidas, es decir del poder concentrado como refieren célebres tratadistas del derecho constitucional, impuso su férrea voluntad en desmedro de situaciones dañinas que pudieron y debieron evitarse.

El gran Virgilio refiere: “no cedas antes los malvados, oponte a ellos ardientemente”. ¿Cuándo reflexionará nuestro valioso pueblo acerca de lo trascendental de este veraz principio?

Como la verdad es existente, debemos señalar que nuestra amiga, la doctora Ziola Martínez, quien ocupa la alta misión de Defensor del Pueblo, con trayectoria en el desempeño de importantes y trascendentales funciones públicas con eficacia, así su gran ejercicio profesional de la abogacía, es una mujer vertical, emprendedora, valiente, noble, decidida, buena y ejemplar.

La doctora Capriles, es una prestigiosa educadora de la brillante Universidad  Católica Madre y Maestra, connotada jurista que ha desempeñado las funciones de ayudante fiscal del Distrito Nacional  y de la Procuraduría de la República, aunque todavía tenemos  miopes y sordos muy olvidadizos; y en el noble ejercicio profesional, ha conquistado entre otros, un trascendental triunfo que sentó una importante jurisprudencia en la República y más allá.

Es directora del Consejo económico y social de la PUCAMAIMA, el cual ella prestigia.

De mi hermano espiritual Cruz Jiminián, digo que es la filantropía hecha hombre,  un monumento al trabajo, esfuerzo, voluntad, sacrificio, dechado virtuoso de solidaridad y amor, mensajero de la paz, creador y fundador del hospital más grande del país a favor de los que menos pueden, humildes y pobres hasta de solemnidad, que lo catapulta a la inmortalidad y la gloria. Es el padre Billini de estos difíciles tiempos, consagrado hombre-patria, hombre-nación, hombre-república, hombre de Dios.

Iraima y Jiminián son estandartes de la dignidad nacional, recordando que muchas veces no venciendo se triunfa.

A la gran Zoila, muchos éxitos, y la llevamos en nuestras corazones, esperando que pronto se le designe la edificación para su oficina de la Defensoría, porque ella también es pueblo y laboriosidad.

El Nacional

La Voz de Todos