Opinión

Islario

Islario

Qué es lo que pasa con los motoconchistas, con los choferes de carro público, con los conductores de guagua para el transporte colectivo, con los vendedores ambulantes, con los comerciantes inescrupulosos, con la juventud presta siempre a delinquir, con los políticos de nuevo cuño, con los artistas populares, con los escritores, los pintores, los ensayistas y los historiadores?

¿Qué sucede con los banqueros, con los políglotas, con los duartianos, con los mediambientalistas, con los profesionales y los estudiantes? ¿Qué hay con los campesinos, con los sindicalistas, con los miembros de las juntas de vecino y con los cristianos católicos y los creyentes protestantes?

¿Qué pasa con los periodistas, con los columnistas y con los ex combatientes constitucionalistas? ¿Y qué con los comentaristas, los obreros, los pensadores, los críticos, los economistas, los difusores, los estrategas de campaña, los productores de radio, cine y televisión? ¿Y qué de las reinas de belleza, los sinfónicos, biólogos y soldados; analistas y financistas, hijoeputivos y productores?

Calabacines y verduras, zanahorias y tomates, guayabas y ajíes morrones, quesos y agua embotellada. Vinos y lechugas, papas, ñames, pollos, viandas y frituras, cuadros, ventanas y picaderófilos… ¿Qué pasa con todo lo que ronda, respira, late, murmura, consume o es consumido? ¿No saben que “hay un país en el mundo en el mismo trayecto de la guerra”?

Se necesita de todo un movimiento para crecer, desarrollarse y encaminar a nuestro país hacia un mejor futuro. Es tiempo de removerlo todo. Nuestro presente pende de un sentimiento de desconfianza, orfandad, inacción y pesimismo infecundo.

No sólo lo económico nos mantiene en el letargo. Hay algo más que nos hace pensar que no podemos. Nos falta fe, coraje, sincronización y esperanza. Orgullo, sueño y propósito. Acción coordinada, constancia, arrojo, voluntad y ambición de ser mejor cada segundo.

El Nacional

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