Las personas involucradas en los recientes hechos de sangre registrados en el país tienen un prontuario delictivo que llenan de espanto a la población, que sufre los embates del crecimiento vertiginoso de la delincuencia que les ha ganado el terreno a las autoridades.
Los autores de las horrendas acciones criminales que han conmovido a la colectividad en el tramo final de este año, han sido sometidos en reiteradas ocasiones, obteniendo su libertad con facilidad inexplicable.
Algunos jueces, por miedo, benignidad o quizás por venta de sentencias, son responsables del auge de la violencia que impide la convivencia de paz y sosiego que debe reinar.
Casi estamos llegando al período que se conoció como la venganza privada, que se caracteriza porque la acción penalizadora no se realiza como función del estado, sino que el ofensor es víctima de una reacción desorbitada, sin que la sociedad intervenga.
En esta misma semana, un transeúnte dio muerte a un delincuente que había asaltado a una cardióloga en el sector El Milloncito, de esta capital. Acciones como esta pueden repetirse ante la infuncionalidad de los órganos jurisdiccionales del Estado que son los Tribunales de la República, y no debemos llegar a esos extremos.
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, doctor Mariano Germán, está alarmado por las debilidades de la justicia para enfrentar los crímenes y delitos. El magistrado entiende que la figura central del derecho es el juez, porque un sistema jurídico puede pensarse sin leyes, pero no sin magistrados.
El magistrado Germán sentenció que cuando el juez se vea intrincado entre las complejidades de las normas su solo camino para encontrar la justicia es la racionalidad. Estas reflexiones deben ser ponderadas por los jueces del orden judicial al momento de evacuar una sentencia.
