Opinión

Juicio a Jesús

Juicio a Jesús

En la Semana Santa de 1973, mi papá, Salvador Jorge Blanco, escribió sus primeros artículos sobre el Juicio a Jesús. En los noventa, retomó su investigación, y en 2000, publicó el libro “Juicio a Jesús” , atraído, como él señala, por su “interés jurídico en todo el ámbito del derecho bíblico y por mi admiración y fe en el Hijo del Hombre”.

En esta columna que coincide con el Jueves Santo, víspera de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, comparto este resumen, basado del libro de mi papá sobre el juicio a Jesús.

Sus aspectos jurídicos son cronológicamente: su detención en el Monte de los Olivos; su traslado a la residencia de Anás con la sesión nocturna del Sanedría; el interrogatorio de testigos falsos sobre la sedición y blasfemia; la condenación a la pena de muerte por esta última acusación; la deliberación del Sanedrín el viernes en la mañana, que culminó con el envío ante Pilato; el interrogatorio ante Pilato; el envío de Jesús a Herodes y retorno ante Pilato; la flagelación de Jesús; el indulto de Barrabás; la sentencia de condenación dictada por Pilato; el vía crucis y el Cirineo, que ayudó a Jesús a llevar la cruz; el levantamiento de la cruz en el Gólgota; y las últimas palabras de Jesús.

¿Por qué se enjuicia a Jesús? ¿Cuál fue su delito? Jesús fue juzgado y condenado por Pilato conforme a las normas del derecho romano en el año 30 d.C. Jesús no se defendió. Guardó silencio. El Sanedrín previamente lo había condenado por blasfemia, que era un delito religioso, pero le estaba vedado a ese tribunal religioso pronunciar la pena capital, sobre todo después de descartar la sedición, por ausencia de prueba testimonial derivada de los falsos testigos presentados en la audiencia.

Pilato al juzgar y condenar a Jesús no honró la cultura jurídica romana. No administró justicia. El temor al populacho y la creencia de que el César pudiera sentirse celoso frente al hombre que se autoproclamaba “Rey de los Judíos” doblegaron a Pilato en no mancharse las manos con la sangre de aquel justo.

La crucifixión es la pena de muerte que marca el inicio de nuestra civilización. Entre la agonía y la muerte, Jesús pronunció sus últimas palabras que han quedado grabadas en la memoria de los hombres de todas las creencias.

El Nacional

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