¿Qué Pasa?

Julio De Windt el músico, el ser humano

Julio De Windt el músico, el ser humano

Cualquier amante de la música a que converse sobre el tema con el maestro Julio De Windt comprobará que está frente a una cantera inagotable de conocimientos y vivencias acerca de la justicieramente conocida como la mas universal de las artes.

   Y si posara sus ojos sobre las páginas de su libro Testimonios de un director de orquesta, le sería difícil suspender la lectura.

  Sin haber pateado la calle como reportero de un medio de comunicación, el director emérito de nuestra orquesta sinfónica escribe con prosa ágil y concisa, y de fácil asimilación.    Y al igual que los curtidos en largos años de ejercicio periodístico, puede decir mucho con pocas palabras.    Pero mas que su dominio de la palabra, en la obra se pone de manifiesto lo vasto de sus vivencias con músicos de fama internacional, sobre los cuales puede esbozar una biografía, un anecdotario, o un retrato de su físico y de su  personalidad, producto de sus dotes de agudo observador.    Muy interesante lo que vivió con el gran pianista, ganador de la medalla de oro de la competencia Van Cliburn del año 1997, John Nakamatsu, cuando al año siguiente visitó el país para interpretar el difícil concierto número 3 de Sergei Rachmaninoff.    Durante los ensayos De Windt percibió a un intérprete con gran dominio técnico, pero con escasa emotividad, que se transformó en carga generosa de belleza sonora que mantuvo expectante al público, y agradablemente impactado al director orquestal.    Finalizado el concierto, Nakamatsu le manifestó que él ahorraba emociones en los ensayos, que luego dejaba brotar plenamente durante su comunicación musical con el auditorio.    En una conversación con el maestro De Windt las anécdotas de los músicos sinfónicos fluyen como las aguas de un mar agitado, siempre relacionadas con el tema que trata con su interlocutor.    A diferencia de colegas que en el área cultural se limitan a estudiar con perseverancia y asiduidad lo r2elacionado con sus instrumentos, el también jurisconsulto mantiene vigilias nocturnas escudriñando el saber refugiado en el interior fecundo de los libros.    Las artes plásticas, los deportes, las ciencias sociales y hasta las doctrinas orientales despiertan la inagotable curiosidad de este personaje de las múltiples aficiones.

Este ser humano esconde, bajo frecuentes lejanías de su taciturnidad, un corazón sensible que se conmueve con la enfermedad del amigo, o derrama lágrimas en una escena emotiva de una obra de teatro, o una película.    Y este Julio De Windt romántico y soñador, mantiene vivo el recuerdo de su patria chica del Macorís del mar, el que plasma en relatos que nos meten en la carcajada del suceso alegre, o en la pesadumbre de un trágico episodio pasional. Narraciones visceralmente hermanadas, por la atención que despiertan, con los giros de su batuta trazando el sendero musical de una orquesta.

El Nacional

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