Nuestro país está cómo el título de este articulo. Por ello, se agolpan en mi mente cuestionamientos que me llenan de profundas aprensiones. Sencillamente, me pregunto: ¿Hay algo que funcione bien en este país? La respuesta aterra.
El tránsito es un caos, las actuales construcciones y adecuaciones viales distan mucho de lo que debe ser una política integral del transito.
¿Sólo construyendo elevados y túneles resolveremos el problema? ¿Qué hay de la aplicación de la Ley de Tránsito, con firmeza y sin privilegios?
¿Existe una política de educación vial que inicie en el maternal y termine en el bachillerato, con la colaboración y el apoyo de los padres? ¿Los padres conductores, acaso nos empeñamos por dar el mejor ejemplo?
De pronto me pregunto: ¿Podemos creer en la justicia? No obstante los avances logrados, ¿acaso la corrupción, la politiquería y la denegación de justicia, le estarán dando la razón a Balaguer cuando dijo que la Justicia era un mercado?
Es una realidad comprobada que el gobierno no enfrenta la corrupción y la impunidad. La corrupción ya es consustancial a los cargos públicos. Se denuncia y nada pasa. Los gobiernos la permiten y prohíjan. ¿Y qué hace la sociedad?
¿Podemos hablar de seguridad ciudadana cuando a veces es difícil distinguir entre ciertos policías y los delincuentes? ¿Quien nos preserva la vida? ¿Cuánto vale nuestra vida y la de nuestros hijos? ¿Está el gobierno cumpliendo con su obligación constitucional de dar protección y seguridad a los ciudadanos?
¿Podemos estar satisfechos y orgullosos de nuestro sistema educativo y de nuestro sistema de salud? ¿Qué tipo de ciudadanos estamos formando para el futuro?
¿Se controla el trafico y consumo de drogas o, por el contrario, se incrementa de manera exponencial? ¿Vamos hacia un país de jóvenes adictos y de narcotraficantes, con toda su secuela? ¿Le ganaremos la primacía a México en cuanto a asesinatos y sicariato?
Entre drogas, narcotráfico, sicariato, asesinatos, delincuencia, violencia, falta de energía eléctrica y corrupción, ¿hacia dónde vamos? ¿Qué estamos haciendo realmente para encauzar el país? ¿Estaremos llegando al peligroso punto de ruptura de la sociedad? ¿Que nos pasa a los dominicanos, que vemos y sufrimos estas realidades pero no las enfrentamos?
Juro que escribir cuartillas como éstas duele profundamente, al menos a quienes amamos este país.