Los grupos que inciden en la vida nacional, manifiestan constantemente su preocupación por la crisis que sacude al Partido Revolucionario Dominicano, entidad que está llamada a jugar un rol importante en la oposición política al gobierno del PLD, como contrapeso para evitar que el país se sumerja en el unipartidismo, un mal que podría conculcar derechos fundamentales.
Los términos peyorativos y las descalificaciones utilizadas por los dirigentes en pugna, han causado laceraciones y heridas que parecen incurables, lo que impide una conciliación armoniosa que selle la unidad del PRD.
La historia política está preñada de pactos que han suscrito enemigos antagónicos. En Rusia, pactaron bolcheviques y mencheviques. También el Partido Comunista Chino, con Mao Tse-Tung en la cabeza, suscribió una alianza con los líderes del kuomintang.
Aquí, se recuerda el llamado Acuerdo de Santiago, que llevaba como candidato presidencial a Antonio Guzmán, y a la vicepresidencia al reconocido hombre de derecha Elías Wessin Wessin, quien era un acérrimo enemigo del PRD y se opuso al retorno de Juan Bosch en 1965.
¿Por qué es tan difícil unir a los sectores enfrentados en el PRD, y articular una agenda común y consensuada para que esa organización recomponga sus fuerzas y tenga posibilidades de participar en la venidera contienda electoral del 2016? Nos parece que en un tramo negociador, las partes encontradas deben flexibilizar sus posiciones.
Un indicio de conciliación lo dieron los diputados cuando acudieron a la Casa Nacional del PRD a elegir su vocero en el hemiciclo, sin registrarse incidente que empañara el encuentro. La convención fijada para febrero próximo, debe ser el punto de partida para la integración de todos.
Algunos dirigentes exhiben moderación. Es plausible que muchos miembros hayan abandonado una actitud levantisca y busquen la reconciliación.
