Opinión

La delincuencia en aumento

La delincuencia en aumento

La creciente ola de delincuencia que afecta al país es motivo de creciente preocupación para la población y las autoridades. Aunque pueda sonar pesimista, me parece que lo peor aún falta por llegar.

Pudiera ser por la naturaleza esencialmente isleña de los que habitamos en República Dominicana, pero solemos ver  los problemas en forma aislada y dejamos nublar nuestra percepción de temas regionales que tienen un profundo impacto en lo local. El incremento de la violencia y la delincuencia viene impactando a los países centroamericanos, al Caribe y México por igual.

República Dominicana aún se encuentra lejos de alcanzar los niveles de crimen y delincuencia que encontramos en El Salvador, Honduras, Guatemala o México. Entiendo que acá todavía hay espacio para que el crimen siga creciendo, ciertamente, algo indeseado. La pregunta es: ¿Cómo evitarlo?

 La delincuencia en si no es un problema, es consecuencia de un problema mayor como el desempleo o la carencia de oportunidades laborales dignas. La semana pasada escribí sobre el tamaño de la economía informal en República Dominicana y las fuertes trabas de formalización o de entrada de inversión que impone nuestra economía formal. Ese, a mi entender, es el corazón del problema de la delincuencia en una primera etapa.

 Costa Rica, un país más abierto a la inversión y que por tanto tiene mejor capacidad de generar trabajo, goza de uno de los niveles de delincuencia más bajos de la región, no obstante estar en el centro de la superautopista del crimen organizado. Sin embargo, no se puede decir que los costarricences han escapado totalmente de la creciente ola regional de delincuencia, así que aún allí siguen siendo necesarios pasos adicionales para enfrentarla.

 El crimen regional estimula la delincuencia común como efecto secundario, y aunque es este último el que más impacta a la población dominicana, es el primero el que debe ser atacado de manera más frontal para reducir el efecto de sus ramificaciones. No es un tema de códigos, ni leyes, ni sanciones más fuertes, es algo económico y organización de recursos.

 A nivel regional, los mismos órganos llamados a combatir la delincuencia están permeados por una corrupción que les lleva incluso a ser partícipes de los crímenes, no siendo esto exclusivo a nuestro país, es probable que medidas más drásticas sean necesarias.   

 Los países que viven en o están en la franja del Caribe y el Golfo de México (incluyendo a Colombia, Venezuela y Estados Unidos) deben asumir una lucha conjunta frente al crimen organizado que ya está desbordando a nuestras fuerzas locales del orden, y plantear no solo políticas comunes de seguridad, sino llegar incluso a considerar un tratado que cree una fuerza especializada conjunta de seguridad para enfrentar el crimen organizado de una forma más efectiva, y sin que aspectos jurisdiccionales le entorpezcan. Es un paso para enfrentar un mal que nos afecta.

El Nacional

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