El su artículo 5, la Constitución establece que se sustenta en el respeto a la dignidad humana , lo propio que el Estado social y democrático de Derecho, según el 7 de la misma Lex legum. Más todavía, el 38 dispone que El Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos.
No por otra razón es que el párrafo único del 49 fija como límite del ejercicio tanto de la libertad de expresión como de información, que son distintas, el respeto al derecho al honor, a la intimidad, así como a la dignidad y la moral de las personas .
Francisco Eguiguren Praeli, profesor de Derecho Constitucional del Perú, enseña que La doctrina de la posición preferente de la libertad de expresión e información encuentra fundamento en un sistema como el de los Estados Unidos, pero no en el régimen constitucional peruano que, expresamente, consagra la supremacía de la dignidad de la persona como valor y deber fundamental.
Muy a pesar de que nuestra Carta Sustantiva, al igual que la del Perú, se cimienta en el respeto a la dignidad personal, definiéndola como sagrada, innata e inviolable, el presidente de la SCJ, llamado a asegurar su respeto y protección, le dio preeminencia a la libertad de información en su controversial decisión dictada con ocasión de la acusación por difamación que el Ing. Hipólito Mejía presentó contra Wilton Guerrero y Osvaldo Santana.
Es cierto que este último derecho no tolera censuras previas, lo que en modo alguno equivale a suponer que su ejercicio sea absoluto. De ahí que el criterio del Dr. Mariano Germán Mejía, en el mejor de los casos, es el resultado de una errónea aplicación del referido artículo 49 de la Constitución, por lo que el pleno de la SCJ, si es que pretende ganarse confianza de la sociedad, deberá casar la malhadada decisión de su presidente.
