Opinión

La escasez de agua

La escasez de agua

La escasez de agua Santo Domingo no nos sorprende, pues eso es natural en tiempos de sequía. Pero sí nos motiva a reflexiones sobre tan grave problema, que afecta a una gran mayoría de los barrios de Santo Domingo.

Las autoridades del sector dicen que en estos momentos el acueducto está recibiendo 60 millones de galones diarios menos de los 405 que recibía en tiempos normales. Los sistemas de potabilización aportan un 50% de su producción normal, debido a la sequía que afecta a gran parte del territorio nacional.

Hay zonas de la ciudad donde no llega el agua desde hace quince días, mientras en otras que la recibían tres veces por semana, ahora solo les llega una vez. En muchos casos, ciudadanos de clase media han apelado a construir pozos tubulares, de por sí costosos, pero también de poca eficacia, pues lo que aportan es agua subterránea contaminada, que solo sirve para lavar pisos o regar jardines.

Gentes de los barrios, aún en medio de su pobreza, se ven obligadas a comprar agua embotellada para cocinar y asearse, o la que venden en camioncitos, también contaminada, sin que las autoridades de salud intervengan.

Muchas de las “soluciones” que se han planteado para resolver el problema del agua en Santo Domingo son ilógicas o infuncionales. La gente puede vivir sin luz, pero no sin agua. Entre las soluciones está la preterida Presa de Madrigal o Presa sobre el Río Haina. A pesar de haber tenido financiamiento del BID ninguna de las autoridades en los últimos 28 años ha querido controlar y regular las aguas del río Haina y haberle dado solución a un problema tan vital.

De acuerdo a los últimos estudios, esa Presa fue diseñada para aportar once metros cúbicos de agua por segundo.

En vista de que el Gobierno no se ha atrevido a aceptar un financiamiento hasta casi un 80 por ciento de China Popular, a 30 años y con bajo interés, podría construirse el 50% del diseño original para que la Presa aporte solamente cinco metros cúbicos que podrían ser potabilizado en la planta de Manoguayabo, reduciéndose notablemente el número de personas que se han asentado en el sitio del embalse. Recrecerla cuando la situación económica lo permita.

Sacar de golpe a las miles de personas del sitio de Presa conlleva un alto costo financiero. La dilación en hacer eso se debe al populismo clientelar, pues crearía gran irritación entre los desplazados y se perderían miles de votos.

Entonces, ¿qué hacer? ¿Correr ese riesgo y construir la Presa o quedarnos sin agua hasta que Dios quiera?

El Nacional

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