Opinión

La esperada Ley de Reforma

La esperada Ley de Reforma

Con la aprobación en segunda lectura la semana pasada por el Senado de la República, de la esperada Ley de Reforma Policial, para luego ser enviada a la cámara de diputados, se da un paso de avance a este impostergable proyecto que lleva ya casi 10 años durmiendo en el Congreso Nacional. Este proyecto de ley orgánica consigna un tope de 20 generales en sus filas al igual que elimina que los policías presten servicio a personas físicas o comercios particulares, ni a establecimientos comerciales, si no se determina que están en grave peligro. El proyecto establece que el titular de la Policía se le llamara director general en vez de jefe como se usa actualmente.

No es un secreto para nadie que la percepción que tiene la mayoría de los ciudadanos sobre la policía deja mucho que desear por los constantes involucramientos en crímenes y atracos por parte de miembros del cuerpo del orden.

En este proyecto de ley se dispone que el tiempo mínimo para optar por un ascenso al rango inmediato no puede ser menor de cuatro años y que para ascender de rango no sea fruto de amiguismo o vínculos políticos, sino de la hoja de servicio que haya tenido cada miembro en particular. Establece en uno de sus artículos que el Director General deberá rendir cuentas al cierre de cada ejercicio presupuestario de su labor en el período previo.

La estructura administrativa de la Policía estará conformada por el Consejo Superior Policial, la Dirección General de la Policía Nacional, la Dirección Central de Prevención; Dirección Central de Investigación, Inspectoría General y la Dirección de Asuntos Internos.
Esta esperada ley, se hace indispensable y urgente más que nunca dado el aumento desproporcionado de la criminalidad, el auge del narcotráfico, entre otros, que son fruto de la descomposición social y la inversión de valores, donde el dinero, ese mal necesario y cegador, domina sin importar los medios y el modo, las mentes y aspiraciones los seres humanos.

Pero de nada servirá esta ley, que es letra, sin en su espíritu no alberga la voluntad política y la convicción de que nuestros policías también son padres de familia, con necesidades económicas que solo un salario digno puede brindar, como garantía de que sus funciones no se verán tentadas a las malas acciones fruto de sus precariedades.

Como dijo nuestro presidente Danilo Medina en una de sus intervenciones internacionales, que cuando había voluntad política nada es imposible, aspiramos entonces a que sea posible un salario justo y digno para nuestras fuerzas del orden, consiente desde mis inicios como ex secretario de interior y policía, y que viví desde muy cerca la cruda realidad de este sector donde tengo tantos amigos y compadres retirados y nuevos.

El Nacional

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