Opinión

La esperanza del 2015

La esperanza del 2015

Que las humillantes reparticiones de cajas en Navidad sean, por fin, cosas del pasado. Una economía triplicada debió servir para sustituir este asistencialismo clientelar y utilitario por la generación de oportunidades para cada dominicano en edad productiva. Sin embargo, la corrupción, los desaciertos en el manejo de la cosa pública y la falta de sensibilidad del sector privado, imposibilitaron la aplicación de políticas públicas tendientes a un verdadero desarrollo basado en la justicia social.

En vez de cajas indignas, empleos y respaldos financieros para miles de jóvenes preparados para ingresar al mercado laboral, incluyendo a pequeños y medianos emprendedores. Pero la falta de oportunidades castra sus aspiraciones e iniciativas. Que el año nos encuentre en el umbral de un nuevo liderazgo político y económico, dispuesto a poner en ejecución los cambios que el país necesita para transitar por el camino correcto que representa el progreso y el bienestar de la familia dominicana.

Que las esperanzas que hoy abrigamos toque los corazones de empresarios y políticos para que guardias, policías, maestros, jueces, fiscales sean reales beneficiarios de ese crecimiento exponencial del que hace gala el ex presidente Fernández mientras insiste en la miserable practica de maltratar y oprimir a miles de hombres y mujeres quienes no tienen otro remedio que perder la vergüenza por un par de noches de cena, a cambio de 364 días de hambre y miseria, por efecto de los miles de millones de dólares que se quedan en los bolsillos de un puñado de corruptos, en vez de ir las arcas públicas y al pueblo que genera estas riquezas.

Una nueva forma de gobernar representa, en pocas palabras, la demanda esperanzadora que nos encuentra a finales de un año en que persisten los males que nos agobiaban hace seis o cinco décadas. Los mismos apagones, la misma impunidad, el mismo parque industrial pendiente de ser ampliado y renovado, la misma falta de empleos, los mismos bajos salarios y comida cara, con la secuela de una vida insegura, sin calidad.

Lo que esperamos para el 2015 apenas requiere disposición, unidad de propósitos y, sobre todo, voluntad política. Y todo parece indicar que para hacer posible estas aspiraciones, es necesario que entren en escenas nuevas caras y que las viejas formas y maneras de gobernar den paso a un completo cambio de dirigentes y de mentalidades. El acostumbrado quítate tu para ponerme yo no resuelve nada en estos momentos.

Esperanzas posibles si cada uno de nosotros, incluyendo el nuevo liderazgo político y económico se abrazan a propósitos e ideales afines a las demandas del país, echando a un lado mezquinos intereses particulares y de grupo.

El Nacional

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