Opinión

La foto de Mía

La foto de Mía

La jerarquía de la Iglesia volvió a mostrar su desprecio hacia la comunidad LGTB. Esta vez, las críticas vinieron del obispo Masalles hacia el candidato del PRM, por la publicación de una foto con una reconocida mujer trans, además cuestionó su participación en las marchas verdes, así como la posición de sus legisladores respecto a las tres causales para interrumpir el embarazo.

Trump durante su campaña garantizó el respeto a los trans, inclusive apoyó el uso de los baños públicos. Sin embargo, como presidente promueve medidas discriminatorias; la última de ellas es impedir el ingreso a las Fuerzas Armadas; medida considerada como inapropiada por 56 generales que consideran que la salida de 6,600 soldados trans “causaría significativas alteraciones y privaría de talento fundamental a las misiones”.

La población trans (a los que el papa Francisco, comparó con la explosión de una bomba nuclear) es el grupo más discriminado dentro de la comunidad LGTB. Tareas cotidianas como caminar en la calle, cambiar un cheque, ir al baño, representan un desafío diario. En ausencia de oportunidades se dedican a la prostitución, se ocultan o buscan suicidarse. Todo porque son diferentes y con una condición -no elegida- sino descubierta en muchos casos a muy temprana edad.

No obstante, aquí como en el extranjero “muchos susodichos” han luchado y sobresalido en áreas como cine, televisión, modelaje, maquillistas y hasta en política. En la iglesia los encuentras simbolizados por “ángeles” seres imberbes, asexuados, de facciones indefinidas, y para que no queden dudas, con alas emplumadas. (Fíjense en San Miguel con sus rizos dorados y su faldita plisada).

Mía es una mujer triunfadora que ha sabido ganarse el respeto de los televidentes, de ahí que muchos (incluyendo creyentes católicos), han salido en su defensa, reclamando y rezando para que se detenga el odio que se propaga desde el púlpito. Si a la jerarquía de la Iglesia le molesta tanto ver a los hombres y mujeres trans, la solución es mirar para otro lado, igual como lo hacen con la corrupción, la pedofilia de sus clérigos y el maltrato a las mujeres.

El Nacional

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