Opinión

La genialidad de Lincoln

La genialidad de Lincoln

 Cuando Abraham Lincoln asumió el gobierno el 4 de marzo de 1861,  sabía, desde ya, que tenía bajo su ineludible responsabilidad  enfrentar la crisis más profunda de los Estados Unidos en toda su historia. Nos referimos  a la Guerra de Secesión de 1861-1865, o, dicho con más propiedad, La Guerra Civil. Esta guerra, al decir del prócer dominicano Juan Bosch Gaviño, fue la verdadera Revolución estadounidense, sólo que, en vez de Revolución, los norteamericanos prefirieron llamarle Secesión.

El presidente Abraham Lincoln estaba tan consciente de que recibía una “Nación” totalmente dividida, que sus palabras en la toma de posesión fueron proféticas” En Vuestras manos mis descontentos compatriotas, y no en las mías, está la portentosa contingencia de la guerra civil. El gobierno no os atacará, no podrá haber conflicto al menos que vosotros mismos sean los agresores….”

El presidente Lincoln habló con la voz del entendimiento y del razonamiento lógico, de que era difícil conciliar unos intereses económicos que envolvían el aspecto medular del problema, como lo era la esclavitud que existía en Los estados del Sur y que contrastaba con el desarrollo capitalista de los estados del Norte.

 La grandeza de Abraham Lincoln, su alto sentido de la justicia, su amor por la tolerancia, no pueden analizarse, sin tomar en cuenta la Guerra Civil Estadounidense. Aquí demostró Lincoln todas sus condiciones de líder, para preservar la unidad del Estado que fundara Washington en 1789.

 Lincoln tuvo la amarga experiencia de ver más de 150 grandes batallas y más de 2000 combates menores para lograr la “Unificación”. Pero también, tuvo la dicha de elevar su voz hasta el Cielo, declarando su fe en la democracia y el porvenir en su universalmente famosa Oración de Gettysburgo, donde dio cátedra de su amor por la democracia.

 Después de haberse rendido las fuerzas de la Confederación (Estados del Sur), no hubo júbilo ni arengas victoriosas, pues Lincoln caería asesinado el 14 de abril de 1865 a manos de John Wilkes Booth, entregando su nombre a la gloria eterna.

Grandes fueron sus aportes a la democracia y memorable su debate con el senador Stephen Douglas, donde ambos actores políticos demostraron que la política es una ciencia que obedece a leyes que deben estudiarse con responsabilidad intelectual para que las naciones no perezcan en la anarquía.

 

El Nacional

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