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La Habana Washington

La  Habana Washington

Vereda, posible evolucione en amplia autopista, es el anuncio el 17 de diciembre último del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, rotas desde el 3 de enero de 1961 dispuesta por el presidente republicano general (cinco estrellas) Dwight David Eisenhower. Un tapaboca a los republicanos que le maniatan por impedirle aportar a su país estructuras sociales gigantes.

Diez presidentes norteamericanos, once con Obama, decidieron, por 54 años, un absurdo astral, de conservar ese distanciamiento, con el benzoato de sodio de la estulticia, insólito en las relaciones diplomáticas, como un baño de maría para preservar un condimento que el tiempo tornó desechable detestable y pútrido.

Ipso facto, el presidente de Cuba, comandante Raúl Castro, general de división (cuatro estrellas), ganadas en combates, no por la secuencia intrascendente del escalafón cada cuatro años, sin méritos ni aportes a su países como se estila en las sociedades capitalistas, saludó la iniciativa de su homólogo norteamericano, condicionándola a restablecer el bloqueo y el embargo, como paso previo y sine qua non para el resto que eventualmente advendrá.

Tampoco que esa disposición del presidente Obama supondría un cambio del sistema socialista, aludió Raúl, aunque se columbra que con la contaminación capitalista, por influjo de contacto, por ósmosis, como aguas tratadas, los goznes rígidos de la ortodoxia marxista, que en ningún país practicado ha logrado superar sus originales designios ni superar la miseria secular de sus paisanos, cederán al influjo de las veleidades en la burguesía insomne.

En noticieros y reportajes televisivos, es fácil detectar que por ejemplo La Habana muestra su colonial estirpe inmobiliaria, idéntico al rostro de una mujer bella con un atuendo de andrajos, y lo propio la estructura rural, desvencijada, descuidada y frágil.

Basta retrotraerse a la liquidada URSS de 1991, y sus satélites europeos, a la China de Mao y luego a la del mago Den Xiao-pin y su fórmula de: “Una China, dos sistemas”, y el inicio de una implosión del PIB superior a 10% por dos décadas, y como Vietnam post genocidio y barbarie de Estados Unidos, quebró la ortodoxias marxista y hoy es una economía competitiva con los llamados Dragones Asiáticos, que lidera China, economía planetaria dos, o la postración mendicante miserable de Pyongyang.

La vereda que empezó a desbrozar el presidente Obama está pletórica de obstáculos, pero también de propósitos financieros y geopolíticos de envergadura, y el primero de los dos radica en el retorno gradual de las multinacionales Exxon, Chevron, Mobil, para prospectar el yacimiento enorme en la plataforma marina de la provincia de Pinar del Río, vale decir, al alcance de un vozarrón de La Petit Havana de Miami, y adelantarse a Xi Yin-pin o a Vladimir Putin para impedirles que le golosee ese caramelo.

Claro que el ostentoso é histórico Habana Libre retornará al Hilton, y multiplicar varias veces los US$2 mil millones que Cuba percibe por turismo hoy; Bacardí retornará a su sede original; Cargil manejará el suministro logístico alimenticio, con General Foods, Gerber, Lybbis, Stockely van Camps y United Brands; los puros inigualables de Las Vegas de Vuelta Abajo regresarán a las vitrinas de Madison Avenue, Park Avenue, Avenida de Las Américas, La Petit Havana, Walt-Mart y Macys. Google, Microsoft, Verizon, George Soros y Bill Gates serán huéspedes del Habana Milton, en vez de Meyer Lansky, Goerge Raft o Santo Traficante.

Seguro. Sin prisas, con las pausas de la diplomacia para obtener resultados, conforme es la política del presiente Obama, ora en Libia, ora en Siria, ora en Crimen, ora en Pyongyang, ora en La Ciudad Prohibida, ora en Myanmar, ora en Moscú, y con el belicoso Benjamín Nethanyahu que se opone porfiado a la realidad inexorable de un Estado Palestino.

El capítulo político, el otro gozne que planea arbitrar el presidente Obama con volver a las migas con Cuba, es, además, reducir cada vez más el alicaído protagonismo del presidente Nicolás Maduro y el chavismo populista é insustancial, variando el suministro de petróleo de esquisto a La Isla del Encanto, a La azucarera del Mundo como escribió para la posteridad el eximio escritor Juan Bosch, y hasta eliminar el bastión ominoso de Caimanera con su prisión abyecta, retornándolo al fuero cubano, porque los drones la relegan a una pieza de museo.

El Nacional

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