Opinión

La inmigración

La  inmigración

Desde el fenómeno Trump en Estados Unidos, el Brexit en el Reino Unido, Front National en Francia, la Alternativa Para Alemania en Alemania y hasta los constantes resabios locales, el temor a la inmigración es una de las pocas causas comunes que ha venido empujando decisiones políticas poco inteligentes en todo el mundo desde la crisis del 2008. El temor a los inmigrantes ha permeado a la humanidad desde sus inicios, resulta particularmente peligroso cuando el mismo se apodera del control de las mayorías en una democracia.

El tema de la inmigración resulta sencillo de explotar políticamente puesto que de forma fácil apela al sentido del “nosotros contra ellos” enraizado en nuestros genes desde que este fuere vital para la supervivencia en los tiempos de guerras tribales por recursos de subsistencia.

Cuando una parte significativa de la población de un país sufre por la falta de oportunidades y desempleo, es fácil de explotar políticamente el miedo a los extranjeros que “compiten con los locales por los pocos empleos individuales”, en un ejercicio simplista sin bases económicas demostrables, para lograr una ventaja sobre los votos de algunas masas frustradas.

La realidad es que cada estudio económico sobre el hecho ha demostrado una y otra vez el valor de los inmigrantes. Desde sus aportaciones al fisco, al valor de su consumo como fuente de empleo, hasta en su capacidad de crear nuevas fuentes directas de trabajo a través de sus inversiones. Sin embargo, estos no han logrado persuadir a las tribus y hoy en día su efecto en la política resulta cada vez más marcado.

“Dadme tus cansados, tus pobres, Tus masas amontonadas gimiendo por respirar libres, Los despreciados de tus congestionadas costas. Enviadme a estos, los desposeídos, basura de la tempestad. Levanto mi lámpara al lado de la puerta dorada!” reza el poema debajo de la Estatua de la Libertad en Nueva York. Las migraciones cambiaron el mundo para bien en aquel entonces, y pueden hacerlo por igual en nuestros días.

Si tan sólo viéremos los aluviones de masas desposeídas desde Haití, Venezuela, Colombia o Centroamérica como la oportunidad que son y no la amenaza que no son, sutilmente nos embarcaríamos en la construcción de un país diverso en ideas, abierto a los emprendimientos y apto para su desarrollo, aprovechando el milagro de esta fuga de cerebros. No siempre las cosas buenas nos llegan de gratis, lo importante es que cuando esa improbabilidad ocurra tengamos la inteligencia de aprovecharla.

El Nacional

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