Opinión

La marcha verde

La marcha verde

La manifestación convocada ayer por el Movimiento Marcha Verde, que congregó a miles de personas en un desfile desde la avenida 27 de Febrero hasta el Centro de los Héroes, transcurrió en orden, lo que reflejó una consolidada madurez cívica que obliga a Gobierno y poderes públicos a reflexionar sobre los reclamos que motivaron esa jornada de protesta.

Sin pretender establecer si la cantidad de ciudadanos que asistió a esa marcha llenó las expectativas que se formaron los convocantes, puede decirse que esa actividad puso en relieve el alto nivel de conciencia que acumula la población para expresarse libremente e interesarse en temas que considera nocivos para la democracia.

Los organizadores de esa marcha solicitaron al liderazgo partidario no influir en el mensaje que enarbolarían los participantes, que sería el de reclamar fin de la impunidad y castigo a funcionarios que resulten culpables de prevaricación, pero fue notorio el interés del litoral político por agenciarse algún beneficio por esa notoria movilización cívica.

La Policía merece algún tipo de palmada por garantizar el derecho a la protesta y coadyuvar con los directivos del Movimiento Verde a que la actividad transcurriera sin ningún tipo de percance, lo que habla muy bien de esa institución y de los agentes que custodiaron la actividad.

La sociedad está compelida a reclamar sanciones penales y civiles contra toda persona física o jurídica que incurra en peculado, sin importar si tiene investidura de funcionario público, empresario, dirigente político, religioso o ciudadano ordinario.

Es por eso que el Gobierno debe poner atención al dosier de protestas que motivaron esa marcha, lo mismo que el Poder Judicial y el Congreso, aunque también se insta a los directivos de Marcha Verde a respetar el principio constitucional de presunción de inocencia y el debido proceso.

La democracia dominicana ofreció ayer muestra de madurez y consolidación expresada en una multitudinaria manifestación que transcurrió en santa paz, con garantía plena del derecho a la protesta pacífica, un motivo para celebrar, aun con la gravedad y trascendencia de los reclamos contra la impunidad y la corrupción.

Con la marcha de ayer quedó claro que República Dominicana no padece de arritmia antidemocrática que causa convulsión política en otras naciones. Aquí la población ejerce derechos constitucionales sin temor a represión del aparato estatal, aunque se requiere poner más atención al tema de la corrupción y la impunidad.

El Nacional

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