Opinión

La motocicleta

La motocicleta

Ernesto Guerrero

De los múltiples intentos de asalto, en los que mi esposa y yo hemos salido airosos, el de Panamá fue espectacular. Después de seis años viviendo allí, decidimos vender nuestro apartamento y traer nuestro dinero. Hicimos varias transferencias bancarias, pero los últimos ahorros fuimos a buscarlos personalmente. El gerente imprudentemente me mandó a retirar 18 mil dólares por la ventanilla.

A la vista de todos los presentes, un cajero indiscreto me entregó el efectivo en dos sobres amarillos los cuales coloqué en el bolsillo derecho del pantalón. Camino a la yipeta que teníamos prestada y estacionada a tres cuadras del banco, mi esposa que había estado atendiendo una llamada, me dijo. -Dame el dinero… yo lo guardo. -¡Toma! dije vacilante.

En el trayecto al hotel, sugerí parar en un restaurante; después de varias vueltas buscando estacionamiento finalmente encontramos uno justo al frente del negocio. Abordamos nueva vez el vehículo y esta vez nos dirigirnos a uno de los mall. El trayecto fue accidentado porque me perdí varias veces subiendo y bajando por los diferentes elevados.

Descendiendo del auto y con tono sarcástico comenté: Si algún ladrón nos siguió, también se dio tremenda perdida… No terminaba la frase cuando mi mujer sale despavorida gritando ¡Cooorre, que vienen los ladrones! Al voltear la cabeza, veo dos individuos uno de ellos encañonándome con un arma.

Fueron directamente a mi bolsillo pero allí solo estaba el bulto del pasaporte. Con un acento no panameño, me pedían los sobres amarillos, pero mi mujer ya tenía una ventaja de 50 metros y justo entraba al establecimiento pidiendo ayuda. Frustrados los cacos me piden la llave del vehículo y se marchan raudos en una motocicleta.

El Nacional

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