Opinión

La nota de Cabello

La nota  de Cabello

En pleno diálogo entre el Gobierno y un sector de la oposición de Venezuela, el segundo a bordo del régimen, Diosdado Cabello, confirmó lo que se preveía: que las conversaciones en República Dominicana no son más que una estrategia del oficialismo para debilitar más a sus rivales, que llegaron divididos al encuentro, y apaciguar a la comunidad internacional. Si nada cambiará con las negociaciones, como afirmó Cabello, ¿tendría entonces alguna otra finalidad un evento que se ha promovido como un ejercicio de apertura y buena voluntad?.
Las duras acusaciones formuladas en la víspera por Nicolás Maduro contra el presidente del Parlamento, Julio Borges, indicaban que el Gobierno, con el aire que ha tomado por los apabullantes resultados que ha obtenido en las elecciones regionales y municipales, apuesta más a la confrontación que por una salida negociada a una crisis que solo reconoce en la parte económica, pero no política. A través de artimañas, denunciadas, entre otros, por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, el oficialismo ha desarticulado la unidad y golpeado la moral de las fuerzas opositoras.

Con la estrategia que ha implementado, de la que forma parte el diálogo en este país, el Gobierno busca allanar el camino y crear las condiciones para ganar sin problemas las elecciones presidenciales pautadas para el año entrante. Desde antes de la afirmación de Cabello, ya el presidente Maduro había señalado que el único acuerdo que aceptaría en las negociaciones que median el presidente Danilo Medina y el expresidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, es el levantamiento de las sanciones económicas contra Venezuela, una medida de la que culpa a sus rivales, no a sus acciones dictatoriales.

Cabello no se anduvo por las ramas al descalificar las conversaciones que se celebran aquí. Aclaró que el representante de la comisión oficial, Jorge Ramírez, “tiene toda la autoridad otorgada por el Presidente, no para negociar”, sino para dialogar. Y en cuanto a los delegados de la oposición señaló que no tienen autoridad para dialogar y “muchos menos para firmar nada”.

Con tal criterio de una figura tan influyente ¿por qué se sigue dialogando si no hay un compromiso del Gobierno de respetar o llegar a acuerdos? Más aún cuando el Gobierno no guarda siquiera las formas, sino que se despacha con advertencias incendiarias como que no habrá liberación de presos políticos, cuya existencia niega, ni reestructuración del Consejo Electoral, pero muchos menos la disolución de la Asamblea Constituyente.

Todavía se llegue a un arreglo, habría que esperar que se aplique, antes de celebrarlo, después de la desalentadora nota de Cabello sobre las conversaciones.

El Nacional

La Voz de Todos