Opinión

La otra celebración

La otra celebración

Si se ha de contar los años, ésta es una celebración de siglos de historia. Pero como dicen que la historia no es más que la mentira encuadernada, el municipio de Montblanc en Tarragona, España, ha decidido reescribir la autentica y verdadera historia de Cataluña. Resulta que el Ayuntamiento del municipio ha financiado un foro para el debate de la verdadera historia de identidad de algunos de los personajes históricos españoles.

El Institut Nova Història celebra el congreso con 15 ponentes y luego expondrá sus conclusiones. En la literatura se defienden los orígenes catalanes de Miguel de Cervantes, Teresa de Ávila y Garcilaso de la Vega. De los descubridores y conquistadores de América, por supuesto que Cristóbal Colón era catalán y se llamaba Joan Colom i Bertran.

Hernán Cortes era Ferran Cortes, un noble catalán y Francisco Pizarro se llamaba Francesc Pinós De So i Carròs. ¡Leonardo da Vinci también era catalán!
El problema es que el asunto no es solo de contar la verdadera historia sino un asunto político de trascendencia global.

Por ejemplo en Venezuela, por disposición del teniente coronel fallecido, Hugo Chávez, las estatuas de Cristóbal Colón fueron derribadas desde el 2002. En esa oportunidad, el 12 de octubre celebrado como el Día de la Raza, se comenzó a llamar como el día de la Resistencia Indígena, como reivindicación de los pobladores originarios de América que al decir de Chávez fueron víctimas de un genocidio colonizador. En Argentina, Cristina ha seguido las indicaciones del venezolano y el derribo de la estatua del Almirante del patio de la Casa Rosada parecería un guión de una película.

Se supone que de ahora en adelante los historiadores tendrán un tremendo trabajo para explicar que no fueron los españoles que descubrieron y conquistaron el nuevo continente sino que fue el catalán Joan Colom i Bertran. Por supuesto, incluye la explicación del uso del idioma español por estos contornos y no del catalán.

La puesta en práctica de esta nueva historia implica un gasto de los gobiernos para cambiar no solo los libros de historia en todas las escuelas de la región, nombre de calles, monumentos y todo lo demás ligado al nombre del que supuestamente fuera el conquistador.

Para los políticos que derriban estatuas y acusan al Imperio español de genocidio colonizador, el asunto tiene otra connotación y tendrán que aprender la nueva historia, la verdadera. No es España el Imperio Colonial, es Cataluña.

El Nacional

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