Opinión

La pastoral y los tres

La pastoral y los tres

Tres presidentes: Hipólito, Leonel y Danilo, y tres partidos: el PLD y los dos que salieron del PRD (PRD y PRM). Y el PRSC, dividido en dos y fungiendo de maestro de los tres. A ellos no les caben más casos de híper-corrupción: Renove, Pepe-Card, Baninter, Antena Latina-Fantasma, Sund Land, GLP-combustibles, importadora, OISOE, CEA, CORDE-Tres Brazos, Sansoucí, escaners-JCE, Odebrecht-Punta Catalina, Falcondo, Barrick, Metro-Diandino, edificio Edesur…

Híper-corrupción y políticas empobrecedoras, compartidas o protegidas por el CONEP, Confederación Patronal, Cámara Americana y Cámara Minera. También por conocidos jerarcas católicos.

No hay institución del Estado que no sea asiento de mafias políticas, empresariales, policiales y militares; ni partidos gobernantes, presidentes, jefes policiales, que en las últimas décadas puedan ser liberados de culpas en la degradación acumulada y los sufrimientos padecidos por el pueblo.

Entonces, los obispos se despachan con su pastoral de enero-2018 y en ella insisten en cultivar la espiritualidad, además, de la necesidad de reconocer los males que atañen a la sociedad dominicana, señalando que “estas estructuras incluyen la violencia social e intrafamiliar, los feminicidios, los abusos a menores, el tráfico de seres humanos, drogas y armas, la corrupción, la impunidad, la manipulación en la administración de la justicia, la inequidad en la distribución de los bienes, la carencia de la solidaridad y todas las demás degradaciones sistemáticas de la vida o en contra de la dignidad humana”.

Hechos incontrovertibles, datos de una trágica realidad inocultable. Pero sin mencionar responsables, ni establecer culpas. Sin proponer cambios sustanciales o soluciones de fondo. Eso queda oculto en su retórica descriptiva, aunque esté a la vista. Silente en sus palabras, aunque el ruido sea infernal. Miedo a señalar evidentes responsables. Conformidad con reconocer ciertos males y más nada.

Nada sobre ponerle fin al sistema de corrupción, impunidad, explotación, discriminaciones y dominación violencia. Nada de desplazar el poder mafioso. Silencio sobre la dictadura morada y los delitos impunes cometidos por sus beneficiarios.

Ningún reclamo de cárcel y devolución de bienes robados. Ninguna condena a la depredación minera. Cero solidaridad para con los encadenados de Barrick.

En fin, su singular preferencia por los pobres se proclama al compás de sus íntimas relaciones y complicidades con la lumpen partidocracia y la lumpen burguesía.

Escasean prelados católicos que se la jueguen por los de abajo. Se siente la ausencia de honrosas excepciones como monseñor Camilo, aunque existen conocidos/as curitas y monjitas dedicadas a defender al pueblo humilde y su casa común: Quisqueya.

El Nacional

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