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La Patria existía antes de la proclamación del 27 de Febrero

La Patria  existía antes de la proclamación del 27 de Febrero

POR: HECTOR MINAYA

h.minaya@elnacional.com.do

 

El hecho más glorioso de la independencia dominicana fue, sin duda, la separación de Haití el 27 de febrero de 1844, pero no marcó el inicio de esta larga gesta, que debe contarse desde el primero de diciembre de 1821, tampoco el final, que se materializó en 1865 con la restauración de la República.

La independencia nacional fue un proceso de más de cuatro décadas con diferentes protagonistas que actuaron de acuerdo a las circunstancias de cada momento y que cumplieron cabalmente con sus respectivos cometidos.

Privilegiar el 27 de febrero sería limitar seriamente las posibilidades de conocer el proceso de la emancipación desde una perspectiva integral, pasando por alto las particularidades temporales, las cuales no siempre se corresponden con la periodización que se ha utilizado para el estudio de la historia nacional.

El humanista Pedro Henríquez Ureña  en una carta a Federico García Godoy dice: “Para mí tengo que la idea de independencia germinó en Santo Domingo desde principios del XIX; pero  no se hizo clara y perfecta para el pueblo hasta 1873.  La primera independencia fue, sin duda alguna, la de Núñez de Cáceres; no claramente concebida, tal vez, pero independencia al fin.  La de 1844 fue consciente y definida en los fundadores”.

Cuando se habla de independencia en América Latina lo lógico y natural es que se piense con respecto a España, que fue el país colonizador. Conforme a eso aquí se produjo la Independencia Efímera de José Núñez de Cáceres, el primero de diciembre de 1821.

La acción era muy aventurera por las condiciones imperantes, primero por la escasa población, apenas 80,000 habitantes, situación económica desastrosa con un comercio en declive, sin un ejército profesional para sostener la naciente entidad política y sobre todo con un vecino más poderoso, organizado y con muchos recursos.

No es que la fecha de 27 de febrero carece de méritos, sino que como dice Pedro Henríquez Ureña “no debe considerarse como central” ni como inicial. Aunque entiende que “como realidad efectiva no exista hasta 1844 ni como realidad moral hasta 1873”.

En sus “Apuntes para los cuatro ministerios”, en mayo  de 1857, Pedro Francisco Bonó, quien fuera un gran pensador y patriota, se refiere a la dominación española y es oportuno citar para determinar el problema: “De todas las dominaciones que sojuzgaron a Santo Domingo, la que dejó sus huellas más profundas fue la española; preciso era que así sucediese, por ser la más prolongada y la de donde tomaron origen los dominicanos”.

Y agrega: “Cuando las instituciones rigen veinte generaciones sucesivas, se vuelven creencias y se identifican con las sociedades”.

O sea, que por el tiempo, las raíces que existían eran las de la dominación española, el yugo haitiano fue un período histórico que duró sólo 22 años, que se inició el 9 de febrero del año 1822, encabezado por Jean-Pierre Boyer, y se extendió hasta el 27 de febrero del 1844.

En el tiempo de la ocupación haitiana en nada varió el espíritu independentista que existía antes del movimiento de Núñez de Cáceres, quien en ese momento quiso erigir la parte Este de la isla en nación independiente, pero enfrentó dificultades, sucumbiendo incluso a ser adherirla a la Gran Colombia, por lo que abatido por esos fracasos, no tuvo más opción que entregarle a Boyer el territorio emancipado para evitar el aniquilamiento.

El movimiento independentista nació del descontento que se manifestaba en la población de Santo Domingo. Comenzó en las zonas fronterizas y participaban pequeños comerciantes, mulatos propietarios y sectores importantes de los hateros. Se fue extendiendo a otras poblaciones del Sur y del Cibao con la participación de personas de todas las clases sociales. Ante esa situación Núñez de Cáceres adelantó el golpe de Estado contra el gobernador Pascual Real el primero de diciembre de 1821, y proclamó el nuevo Estado con el nombre de Estado Independiente de Haití Español.

Ante su temor a España y de Haití, Núñez de Cáceres envió una comisión a Venezuela para solicitar a Simón Bolívar la protección de la Gran Colombia.

Pero el libertador sudamericano acababa de iniciar la campaña en Ecuador donde combatía con las tropas españolas y  otra razón de peso era que Bolívar agradecía al gobierno haitiano por sus atenciones durante su exilio.

Tan pronto se instaló el Gobierno de Núñez de Cáceres el presidente Boyer en carta le comunicaba su interés y la importancia de la unificación de los dos pueblos. Núñez de Cáceres que conocía del apoyo que algunos sectores de la población al proyecto, se vio en la obligación de aceptar ese pedido.

Boyer asumió esta parte de la isla el 9 de febrero de 1822, iniciándose el periodo de la unificación de la isla de Santo Domingo que duró 22 años.

De antemano es necesario aprovechar esta conmemoración, en que celebramos este 27 de febrero el 170 aniversario del movimiento separatista del yugo de Haití, para precisar que la nacionalidad dominicana ya estaba formada antes de 1844.

Una prueba de ello es el manifiesto de separación del 16 de enero de 1844, escasos días antes del 27 de febrero. Ese grito de libertad, en el que se hace un llamado  a sacrificarse por la patria se considera el primer documento oficial de la Nación, con el cual se inicia la colección de leyes.

Crear la República fue una empresa grande, que costó mucha sangre y sacrificio.

Aun cuando nos negáramos a aceptar que la independencia fue un proceso de muchos años no es inútil reflexionar sobre la utilidad de dicha visión, y no está de más pensar sobre el lastre que ella ha representado para impedirnos ver hacia adelante. No nos hemos reconciliado con nuestro pasado, continuamos viendo atrás y no hacia el futuro, y puede ocurrirnos lo que les pasa a quienes sólo miran así: se convierten en estatuas de sal.

Hay que mirar hacia el porvenir para evitar que se instaure un pensamiento único del pasado y procurar dar naturaleza de verdad a nuestra historia.

Así, la Independencia Efímera, que duró dos meses y ocho días, se debe colocar en el sitial que se merece, lo que sería un acto de justicia de rescate de nuestra identidad como nación.

El Nacional

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