Después que el acuerdo de paz con las FARC sufriera una dura derrota en el plebiscito del pasado domingo, los colombianos se preguntarán qué ocurrirá ahora en un país golpeado por la guerra, con un gobierno que no tiene un plan B para salvar un acuerdo que pretendía poner fin a medio siglo de violencia.

El efecto de la votación aún estaba por asimilarse. En lugar de ganar por el margen de dos contra uno que habían anunciado las encuestas, los partidarios del acuerdo con las FARC perdieron por un estrecho margen de 0,4%.

Es alentador que después de los resultados, ambos sectores prometieron seguir trabajando por la paz, sin dar indicios de que quieran retomar una guerra en la que ya murieron 220,000 personas y 8 millones tuvieron que abandonar sus viviendas.
La derrota del gobierno fue aún más llamativa dado el apoyo internacional al acuerdo, que presentaron como modelo para un mundo sumido en la violencia política y el terrorismo.

Los colombianos no se sintieron motivados a participar en la decisión final del acuerdo

Muchos jefes de gobierno, incluyendo al presidente Danilo Medina, al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, fueron testigos cuando Santos y Timochenko firmaron el pacto la semana pasada en una elaborada ceremonia llena de emoción.

Sin embargo, me inscribo dentro de los que creen que aunque la firma de la paz parecía fácil de vender, una campaña del No basada en el temor, sumada a la débil movilización política del Sí llevaron a los colombianos a votar en contra de refrendar los acuerdos con las Farc.

El sólo hecho de que solamente el 37% de los colombianos se animara a votar en el referendo es un indicador de que no hubo la suficiente motivación o el gobierno se descuidara, pensando en que la paz era un interés general de la población y la realidad es que no fue así.

Después de cinco décadas de guerra quedan muchas heridas, algunas insalvables, y eso quedó demostrado el pasado domingo.